viernes, 13 de mayo de 2016

RELEYENDO "EL PADRINO" (32): SE NOS ESTÁ ENFRIANDO LA COMIDA




En la novela El padrino hay un pasaje conmovedor en el que se aprecia el contraste entre la actitud mezquina e insensible de la policía de Nueva York y la dignidad personal de Kay Adams y de su padre, un estricto pastor baptista de New Hampshire que, sin embargo, estaba dispuesto a apoyar a su hija bajo cualquier circunstancia.

Lo primero que hizo la policía nada más cometerse el asesinato del capitán McCluskey fue mandar a dos detectives a New Hampshire para interrogar a la novia de Michael, pero esta no estaba dispuesta a colaborar por mucho que los agentes la amenazaran.


"—Si sabe algo ¿nos lo comunicará? —preguntó Phillips.

Kay negó con la cabeza. El otro policía, Siriani, dijo en tono rudo:

—Sabemos que usted y Michael tienen relaciones íntimas. Contamos con testigos y, además, los registros del hotel no mienten. Si proporcionamos esta información a los periódicos, su padre y su madre se sentirán muy avergonzados ¿no lo cree, señorita? Unas personas tan respetables como ellos no podrían resistir la noticia de que su hija es la amante de un gángster. Si insiste en no hablar, voy a llamar ahora mismo a su padre.

Kay lo miró con expresión de sorpresa. Luego se levantó y abrió la puerta del estudio. Vio a su padre de pie junto a la ventana de la sala, fumando su pipa.

—Papá ¿puedes venir un momento?

El señor Adams entró en el estudio. Pasó el brazo alrededor de la cintura de su hija y dijo:

—¿Sí, caballeros?

Al no obtener respuesta, Kay se dirigió al detective Siriani, en tono gélido:

—Vamos, oficial, hable.

Siriani carraspeó antes de decir:

—Señor Adams, no quiero que me comprenda mal. Lo que voy a explicarle es en bien de su hija. Es amiga de un individuo del que tenemos fundadas razones para creer que asesinó a un oficial de la policía. Acabo de decirle que puede verse en serios problemas, a menos que coopere con nosotros. Pero ella no parece darse cuenta de la gravedad del asunto. Tal vez usted consiga hacerla entrar en razones.

—Eso es completamente increíble —dijo el señor Adams.

—Su hija y Michael Corleone han estado saliendo juntos durante más de un año —puntualizó Siriani—. Han pasado más de una noche juntos en diversos hoteles, inscribiéndose siempre como marido y mujer. Buscamos a Michael Corleone para interrogarlo en relación con la muerte de un oficial de la policía. Su hija se niega a proporcionarnos cualquier información. Estos son los hechos. Para usted serán increíbles, pero tengo pruebas.

—No dudo de su palabra, señor —dijo el señor Adams, amablemente—. Lo que no puedo creer es que mi hija se encuentre metida en problemas. A menos que usted esté sugiriendo que ella es la «compañera» de un maleante.

Kay miró asombrada a su padre. No podía creer que se tomara el asunto tan a la ligera.

El señor Adams, en tono firme, añadió:

—No obstante, tengan la seguridad de que si ese joven aparece por aquí, informaré de inmediato a las autoridades. Y mi hija hará lo mismo. Ahora, por favor, discúlpennos; se nos está enfriando la comida.

Acompañó a los dos policías hasta la puerta y una vez que hubieron salido cerró ésta a sus espaldas.

Tomó a Kay del brazo y la condujo hasta la cocina, que estaba en el extremo opuesto de la casa.

—Vamos, hija; tu madre nos está esperando para comer.

Al llegar a la cocina, Kay estaba llorando silenciosamente, conmovida por la afectuosa actitud de su padre."

1 comentario:

Tábano porteño dijo...

Bueno, Borges quizá diría que, curiosamente, ese pastor "wasp" se ha portado como un argentino:

"El argentino, a diferencia de los americanos del Norte y de casi todos los europeos, no se identifica con el Estado. Ello puede atribuirse a la circunstancia de que, en este país, los gobiernos suelen ser pésimos o al hecho general de que el Estado es una inconcebible abstracción; lo cierto es que el argentino es un individuo no un ciudadano. Aforismos como el de Hegel El Estado es la realidad de la idea moral, le parecen bromas siniestras. Los films elaborados en Hollywood repetidamente proponen a la admiración el caso de un hombre (generalmente, un periodista) que busca la amistad de un criminal para entregarlo después a la policía; el argentino, para quien la amistad es una pasión y la policía una maffia, siente que ese héroe’ es un incomprensible canalla."
(De "Nuestro pobre individualismo", ensayo, 1946).