domingo, 24 de abril de 2016

"ME TIRÉ A LA TAQUILLERA"




El público la conocía por sus libros infantiles y por sus constantes apariciones en la televisión socialista, vestida de hombre, con sus trazas de bollera impenitente y recitando con voz aguerrida y aguardentosa unos ripios para niños que parecían compuestos por una persona con discapacidad intelectual. Pero Gloria, la gran Gloria Fuertes, era mucho más que eso. 

Esta poeta (odiaba lo de poetisa) siempre me cayó simpática. Hizo sus pinitos leyendo poemas en la radio durante la Segunda República, y la guerra, que vivió en pleno barrio de Lavapiés, le dejó un trauma tan imborrable que llegó a declarar que, sin esta tragedia, quizá jamás habría empezado a escribir. A mí me impresionaba su inteligencia. Gloria casi no fue a la escuela, pero con el tiempo se convertiría en una mujer muy culta gracias a su tesón. A los intentos de encuadrarla en una u otra corriente literaria, siempre respondía que se consideraba “autodidacta y poéticamente desescolarizada”. A finales de los años 50 se decidió a estudiar biblioteconomía e inglés, y acabó dando clases de literatura en varias universidades de los Estados Unidos. 

Gloria ya tenía éxito en el franquismo
Descubrí a Gloria Fuertes († 1998) en el 93, gracias a Ignatus. La tenía encasillada, como casi todo el mundo, en la literatura para críos, y me sorprendieron sus Obras incompletas (1975). Sus versos cortos y rebosantes de humanidad, engarzados por un humor espontáneo y aderezados de rebeldía y sencillez, me fascinaron, convenciéndome de que era una mujer especial. Nunca hubiera sospechado que la autora de Un globo, dos globos, tres globos, la marimacho de aire tímido que barbullaba rimas absurdas en La cometa blanca fuera capaz de dejarme el corazón en carne viva con su cristianismo hondo y crítico, su compromiso social y sus divertidos juegos de palabras. 

El Partido Comunista intentó convertir en bandera su obra y la de otros poetas sociales del movimiento postista, pero ella no se dejó. Su fina inteligencia y su espíritu un poco ácrata la mantuvieron siempre al margen de los politiqueos. A lo largo de su vida colaboró con medios de muy distintos colores, incluidos el diario Arriba y Flechas y Pelayos. 

Su vida sentimental siempre fue oscura y tormentosa. En la guerra, con veinte años, perdió a su gran amor, un miliciano que cayó en el frente. Al poco se enamoró de un médico derechista al que encarcelaron los rojos y ella visitaba en el penal. Luego parece que cambiaron de rumbo sus inclinaciones. En Me siento abierta a todo, se expresa así: 

“Me siento sola y una, como una sola luna
-por ser igual a todas las mujeres y no parecerme a ninguna-,
me siento sola y una en mi vacía cuna.” 

Muchas veces se especuló con su orientación sexual, de la que tuvo el acierto de no hablar jamás en público. Sus conflictos interiores solo se asoman en varios poemas autobiográficos y en otros defendiendo la homosexualidad. Impacta especialmente A Jenny: 

"Nadie le ayudó, 
pero él se hizo mujer.
Cantaba cantaba,
era la preferida de los hombres
del night-club.
Me dijo:
-En toda mi vida
sólo he leído un libro,
el tuyo.
Entonces...
le acaricié de verdad
sus pechos de mentira". 

Para mí, la mejor anécdota, la que mejor ilustra su sentido del humor y su inteligencia es la que da título a este post. La historia la desveló Vicente Molina Foix al poco de fallecer Gloria, pues antes no contaba con su permiso. En una entrevista para el suplemento dominical de El País, en 1994, ella le confesó que a lo largo de su vida había sufrido terribles altibajos y depresiones, y que incluso había pensado en suicidarse. 

“Y así me contó, mientras yo tomaba notas a diestra y siniestra, que en cierta ocasión, al sufrir un desengaño, pensó seriamente en el suicidio. ´Fui al metro decidida a matarme. Pero al ir a sacar el billete ligué, y en vez de tirarme al tren me tiré a la taquillera`. Cuando me harté de reír, le pregunté: ´¿Puedo contar esto, Gloria?`. ´No. Ahora no. Yo vivo de mis libros infantiles, y estas cosas podrían asustar a los padres, que son los que los compran`. Naturalmente, respeté su deseo.”



 

6 comentarios:

Zorro de Segovia dijo...

qué hermoso es el corazón de una persona, qué rara la inteligencia, y cuán ridículos son los prejuicios, sobre todo cuando advertimos que somos víctimas de ellos.

El último de Filipinas dijo...

Ahora que ya no hay taquilleras en el Metro, hubiera acabado en las vías.

Al Neri dijo...

Último de Filipinas, no se crea. Puede que las hombrunas seguratas del metro le hubieran dado mucho juego... Aunque no sé; algo me dice que le interesaban más las chicas tipo taquillera que las tipo segurata.

Aprendiz de brujo dijo...

Gran entrada. No sé porqué, pero los iletrados, que sabemos tan poco de poesía y tanto de Martes y 13,asociamos a Gloria Fuertes con un tipo de poesía ripiosa e infantil; muy al contrario de lo que al parecer era, porque los versos que incorporas son acojonantes.
Y me parece estupendo que se cepillara a la taquillera. Al final va a ser verdad que el sexo es vida. También es magnífico el baño de realismo con el que concluye su confesión dicdo a Molina Foix que no es prudente revelar estas cosas, porque los que le compran sus libros son los padres.
Muy buena, Neri.
Buen lunes.

Tábano porteño dijo...

Más o menos de izquierda, lesbiana, "cristiana", víctima de la guerra...

Deje de levantar la perdiz, Neri, que, con esa biografía, si se entera Bergoglio es capaz de canonizarla.

Al Neri dijo...

Muy viperino, Tábano, :-)

Era buena gente. Y un genio. Y a mí me basta con que fuera discreta con "sus temas" y que no se metiera en política. Literatos y artistas que no le llegan ni a la suela del zapato se han dado mucho bombo y platillo a base de mariconear y de politiquear, mientras que Gloria siempre fue una persona digna que vivió de lo suyo sin hacer numeritos.

Y por cierto, en la guerra solo fue víctima del hambre (era muy alta y llegó a pesar 40 kilos).

Pongo un par de bellos poemas: "Isla ignorada" y "Un hombre pregunta". Espero que les guste. A Brujo y a Zorro seguro que sí.

"Soy como esa isla que ignorada
late acunada por árboles jugosos
-en el centro de un mar
que no me entiende,
rodeada de NADA,
sola solo-.
Hay aves en mi isla relucientes
y pintadas por ángeles pintores,
hay fieras que me miran dulcemente,
y venenosas flores.
Hay arroyos poetas
y voces interiores
de volcanes dormidos.
Quizá haya algún tesoro
muy dentro de mi entraña.
¡Quién sabe si yo tengo
diamante en mi montaña,
o tan sólo un pequeño pedazo de carbón!
Los árboles del bosque de mi isla
sois vosotros, mis versos.
¡Qué bien sonáis a veces
si el gran músico viento
os toca cuando viene del mar que me rodea.
A esta isla que soy, si alguien llega,
que se encuentre con algo es mi deseo
-manantiales de versos encendidos
y cascadas de paz es lo que tengo-.
Un nombre que me sube por el alma
y no quiere que llore mis secretos;
y soy tierra feliz -que tengo el arte
de ser dichosa y pobre al mismo tiempo-.
Para mí es un placer ser ignorada,
isla ignorada del océano eterno.
En el centro del mundo sin un libro,
SÉ TODO, porque vino un misionero
y me dejó una Cruz para la vida
-para la muerte me dejó un misterio-."

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"¿Dónde está Dios? Se ve, o no se ve.
Si te tienen que decir donde está Dios, Dios se marcha.
De nada vale que te diga que vive en tu garganta.
Que Dios está en las flores y en los granos, en los pájaros y en las llagas,
en lo feo, en lo triste, en el aire, en el agua;
Dios está en el mar y a veces en el templo,
Dios está en el dolor que queda y en el viejo que pasa
en la madre que pare y en la garrapata,
en la mujer pública y en la torre de la mezquita blanca.
Dios está en la mina y en la plaza,
es verdad que está en todas partes, pero hay que verle,
sin preguntar que dónde está como si fuera mineral o planta."