domingo, 3 de abril de 2016

EGOÍSMO MASCULINO



Al final de la reunión nos dispusimos a fijar el día del siguiente encuentro, que debía celebrarse –en virtud de los plazos establecidos– entre el lunes y el jueves de la próxima semana, por la tarde a última hora. Éramos todos varones, así que Luis, en tono confianzudo, buscó la complicidad del resto para que la reunión no coincidiera con ningún partido importante de la Champions.

– Si os da lo mismo, mejor el lunes o el jueves, y así no nos perdemos ni al Madrid ni al Atleti. 

A mí me pareció muy cutre condicionar al fútbol una reunión de semejante calado, con gente de fuera y tal, pero para mi sorpresa todos los asistentes se mostraron de acuerdo. Esto es España, me dije, no hay nada que hacer. Lo único que el representante del Ayuntamiento manifestó que el lunes y el martes él estaba de viaje, de modo que escogimos el jueves día 7 por aclamación popular. La despedida tuvo un tono festivo y futbolero que contrastó vivamente con el clima solemne e incluso algo tenso que había reinado durante toda la tarde. 

Al día siguiente, nada más llegar a la oficina, me encuentro a Luis a la puerta de mi despacho todo compungido.  

– ¡Qué cagada, Neri, qué cagada! Tan ciego con lo de la Champions no me di cuenta ayer de que el jueves por la tarde celebramos el cumpleaños del crío… 

– ¡No me digas! –tuve que hacer verdaderos esfuerzos para controlar una carcajada– ¿Pero no te da tiempo a llegar? 

– ¡Qué dices! Esta mierda ya sabes que no acabará antes de las nueve, y en lo que llego a casa… Nada, que llegaré al humo de las velas de la tarta. Ya me jode, chico, pero qué le vamos a hacer. A mi mujer ya le he dicho que es una cosa ineludible y que no hemos podido negociar la fecha con esta gente… 

Ya.

1 comentario:

Tábano porteño dijo...

Y quizá lo más inquietante sea el motor de ese egoísmo. Un amigo mío suele decir, tal vez con bastante razón, "el fútbol, opio de los pueblos".

Un autor políticamente incorrecto (ruego nadie se escandalice de la última línea de la cita) escribía a fines de los 60 en Jauja, la revista del P. Castellani, una nota en la que donde dice "boxeador" puede ponerse "futbolista" y donde "argentinidad", "españolidad" o como se diga:



"¿Qué hizo el liberalismo con la gloria y la fama? Las desvirtuó. Las distri-
buye con su tradicional injusticia. Les pone precio. Las populariza. Las desgasta.

Hoy es glorioso un boxeador. Famosa una vedette. Por donde el Ringo Bona-
vena y la Lechuguita Faiad vienen a convertirse en columnas de la argentinidad.

Por supuesto, el remedio no reside en devolver a gloria y fama sus sentidos
originales en una sociedad que carece de sentido. Eso es imposible.

El remedio es mucho mas grandote y terriblemente difícil de aplicar. Otro
dia, quizà, reflexionaremos sobre él. Hoy no, porque tenemos sueño.

Ojalà soñemos con Benito Mussolini."

(Alejandro Sáez Germain, "La gloria, la fama", rev. Jauja núm. 22).