viernes, 9 de octubre de 2015

GENEROSIDAD


No sabría decir si la naturaleza humana es egoísta o generosa. No termino de ver claro si nuestra tendencia innata es a anteponer la satisfacción de nuestras necesidades a las de los demás, y la generosidad no es sino una rectificación cultural o religiosa de esta propensión en aras de la convivencia, o, por el contrario, en nuestros genes de animales sociales está inscrita una inclinación al sacrificio por nuestros semejantes comparable, por ejemplo, a la de las abejas, hormigas u otras especies que forman colonias.

Lo cierto es que los niveles de generosidad individual son muy variables, y por ello me he preguntado muchas veces los motivos por los que existen personas que jamás mueven un dedo por nadie si no es cambio de un beneficio personal, mientras que otras viven permanentemente volcadas en ayudar a todo el mundo a su alrededor.

El altruismo y el egocentrismo, en cualquiera de sus grados, no discriminan ningún ámbito de la sociedad. Podría pensarse que en su entorno familiar la gente se muestra más desprendida, y que entre desconocidos la regla es el individualismo, pero todos sabemos en el fondo que no es así, y que hay padres y madres que dan prioridad a sus caprichos o a su comodidad frente a los de sus hijos, y también gente dispuesta a hacer favores de lo más comprometido a cualquiera que se encuentre por la calle.

¿Es una cuestión genética o educativa? ¿Cada individuo nace ya generoso o egoísta, o influyen determinantemente la educación familiar, el proceso de socialización y las experiencias vividas? Difícil responder, pero yo he observado mil veces cómo críos de un año comparten todos sus juguetes y ayudan a otros niños, y otros van a su bola de una forma flagrante o hasta depredan casi literalmente sobre sus primos, amiguitos o compañeros de guardería.

Mis reflexiones sobre el particular son variadas y algo confusas.

Por una parte, creo que es muy reconocible el peso del cristianismo sociológico en las sociedades occidentales, que implica una percepción positiva de la abnegación aunque solo sea a nivel formal. Quiero decir que todos sabemos que la generosidad es muy buena y la esgrimimos continuamente como valor moral, pero ello no implica que tengamos interiorizada esta virtud ni mucho menos que la pongamos en práctica en nuestra vida cotidiana. Es muy habitual esforzarse más en parecer generosos que en serlo.

Sobre los efectos de la educación, no sé qué pensar. Supongo que una formación en valores tiene una influencia decisiva en el comportamiento, pero por otra parte he conocido a individuos que desde niños han vivido en casa un clima de abnegación, con unos padres que renunciaban a todo y se desvivían por la familia, y sin embargo ellos han salido muy egocéntricos e interesados.

Por último, mi percepción personal, con todos los matices y excepciones que se quieran, es que la gente ahora es mucho menos generosa que hace décadas, que las mujeres son más sacrificadas que los hombres, y que las personas más débiles suelen desarrollar un fuerte instinto de conservación incompatible casi siempre con el altruismo.


Más sobre la generosidad en La pluma viperina: La generosidad mata

8 comentarios:

tomae dijo...

Yo me he encontrado personalidades diametralmente opuestas entorno el "valor” (y aunque no se estile decirlo) la virtud de la Generosidad y podría decir que la disposición al darse a los demás es una tendencia que viene en los genes; por supuesto que luego se puede educar y posiblemente las personas que son egoístas por naturaleza se dan cuenta de esa flaqueza personal y no por ello es motivo para que luchen durante su vida sobre ese aspecto , más si en su casa y entorno le han educado para ese motivo.

Curiosamente y lo digo por algo que mencionó en el post “Objetos”, las personas educadas en la austeridad suelen ser las más generosas, hay veces que pienso que porque como tienen poco que dar en lo material, su brillo resplandece en la buena disposición de entrega al prójimo.

PD. Buen Fin de Semana Largo a todos y todas las viperinas, si alguno de vosotros se viene a ver a los U2 en Barcelona, con gusto le invito a un par de birras… yo estaré en la pista bailando ;)

tomae dijo...

...y cuando digo que encontrado personalidades diferentes ante la virtud de la generosidad, quería decir entre hermanos del mismo padre y madre.

Anónimo dijo...

Pienso que es una mezcla de las dos cosas, tus genes y la vivencia/educación. Pero creo que prima lo primero. Nosotros somos un montón de hermanos y unos son generosos y otros egoístas.

Tábano porteño dijo...

Para el cristianismo tradicional la cosa era bastante clara: después de la caída original, el hombre nace tendiendo al mal; y son las instituciones, empezando por la familia y la Iglesia, quienes deben encauzarlo.

Con J. J. Rousseau y su teoría del buen salvaje (cfr. El contrato social), la cosa dio una vuelta de campana: el hombre nace bueno y las instituciones con su violencia e injusticia lo corrompen y vuelcan al mal. Esta teoría caló más hondo de lo que se cree habitualmente: ahí está el personaje que fue uno de los favoritos de nuestra infancia y ahora venimos a darnos cuenta que es algo así como "la teoría del buen salvaje para las masas" -me refiero, claro, al noble y generoso Tarzán de los monos, de Edgar R. Burroughs.

Al Neri dijo...

Así es, Tomae, dentro de una misma familia, entre hermanos incluso, hay fuertes diferencias de nivel de generosidad, pero no podemos olvidar que cada persona es un individuo irrepetible y que una misma educación puede ser absorbida de muy diferente forma por cada uno.

Las personas extremadamente egoístas a veces son muy conscientes de serlo e incluso sufren por ello si han sido educadas en el sentido opuesto, pero ya digo que hay múltiples factores condicionantes no siempre fáciles de abordar. Los niños superprotegidos suelen convertirse en adultos egoístas que siguen pensando que todos deben bailar a su son y solucionarles los problemas. Hay otras causas, también de tipo cultural-educativo, que sería muy interesante debatir.

Tábano, el mito del buen salvaje está presente en la filosofía, la literatura y el cine, pero también, no lo olvidemos, en la política. Las doctrinas ácratas se basan en él.

Otro tema interesante es si a los egoístas les "compensa" serlo, es decir si es verdad que a los que solo piensan en ellos les acaban haciendo el vacío, o, por el contrario, siempre acaban beneficiándose de la gente buena y generosa que los rodea. También es difícil responder, pero yo tengo la opinión de que hasta una cierta edad el balance les suele ser favorable, pero a la larga terminan pagando el pato de su forma de ser. Es decir, que un chico joven, por muy egoísta que sea, siempre va a tener buenos amigos si es mínimamente sociable, ya que la gente joven tiende a ser más desprendida y desinteresada. En cambio, según pasa el tiempo, a la gente se le termina la paciencia y va apartándose poco a poco de aquellos que siempre pretenden recibir sin dar jamás.

Teutates dijo...

Mis impresiones son parecidas a las suyas Sr. Neri, pero le puedo decir que por mi experiencia con mis niños en esto de la generosidad debe de haber algo innato difícilmente corregible, porque, como sabe, tengo dos niños, y uno es absolutamente desprendido y sin embargo el otro es egoísta y avaro como el rey Midas y es complicado corregirlo.

Aprendiz dijo...

Unos nacen generosos y otros egoístas y, como todo, se puede educar. Y en esta virtud como en cualquier otra es importante el ejemplo; primero de los padres y luego de las compañías. Y es fundamental tener trato con muchas personas para poder ir mejorando.

Las personas que yo he comprobado más egoístas son en primer lugar los hijos únicos y sin primos, y los que además de eso, no suelen ser muy abiertos a los demás y dependen de otros en todo. Estas personas suelen creer que el mundo se lo debe todo a ellos.

Los demás, ya digo, que no es que hayamos nacido todos generosos, pero lo hemos aprendido. Y como suele pasar, en algunas cosas seremos más generosos que en otras. Pero yo he conocido gente egoísta en todo, y una vez grande, lo veo bastante difícil de corregir si no sale de uno mismo.

Gazmoño dijo...
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