viernes, 3 de julio de 2015

FRANCISCO UMBRAL EN LA TELE



Con independencia de la afinidad política que pueda tener con él y de que en su célebre lista de las 100 grandes gilipolleces del siglo XX incluyera la frase de José Antonio “España es una unidad de destino en lo universal", reconozco que Francisco Umbral ( 2007) es uno de los mayores genios de la literatura española. Cuando estudiaba en la Facultad, siempre leía su columna Los placeres y los días, en El Mundo, y me hacía con la mayoría de las novelas que sacaba, que me parecían muy obsesivas (con el sexo, con Madrid y con el franquismo) y nada comerciales, pero escritas de un modo tan magistral, con tal ritmo y riqueza de imágenes que me quedaba embelesado. 

Pero lo que de verdad me fascinaba del autor de Mortal y rosa era su personalidad, con la que me siento identificado en parte. Nunca sabremos cómo fue el verdadero Umbral, pero el caso es que cultivaba una imagen de envarado, distante y cínico que siempre me pareció divertidísima. Nunca conoceremos los verdaderos sentimientos de este autor irrepetible, pero siempre se mostraba mordaz, corrosivo e inmisericorde con sus colegas o con cualquiera que se le pusiera por delante, lo que le hizo protagonizar varios incidentes en los medios de comunicación. No dejaba títere con cabeza, pero lo hacía con un salero y una mala leche que te morías de risa.

Dicen que se le avinagró el carácter a raíz de la muerte de su hijo de seis años en 1975.

Los dos episodios más conocidos son, por supuesto, los de 1993 en el programa de televisión Queremos saber, dirigido por Merdedes Milá: el memorable numerito que montó (con razón) porque no se hablaba de su libro La década roja, y cuando llamó paletos a los vecinos del pueblo burgalés de Aranda de Duero por asistir a un mitin de Aznar. Pero hay otras dos intervenciones televisivas de Paco Umbral que no por menos conocidas son menos descacharrantes, y que hoy vamos a recordar. 

Una de ellas es una entrevista sin desperdicio que le hizo Fernando Sánchez Dragó en 1999, en la que reparte estopa como si no hubiera mañana, en especial a Arturo Pérez Reverte (al que dice respetar "en su menester") y más sutilmente, pero sin cortarse un pelo, al propio Dragó, que a mí, la verdad, me parece un mentecato. 

El otro momento estelar (quizá el mejor de todos) es la interviú realizada por Lola Flores en el programa Sabor a Lolas a principios de los 90. En ella, el escritor se muestra en su salsa, repartiendo pullas a diestro y siniestro, cachondeándose del analfabetismo de Lola y requebrándola lascivamente hasta que esta le acaba llamando salido a la cara (“sigue estando fuerte tú, ¿eh?"). La presentación que dedica la Faraona al entrevistado es de una cutrería entrañable ("es ´complejao´ para la gente") y considero grandiosa la descripción que hace Umbral de la España de la época, que, por cierto, no ha cambiado tanto: “La veo cada vez más parecida a Lola Flores: cada vez más guapa, más barroca, más confusa, más artista, más golfa, más gitana y más jugadora”.

Disfrutad con los vídeos, que garantizan unas buenas risas para empezar con alegría el fin de semana.

P.D.: Del episodio de "yo aquí he venido a hablar de mi libro" he enlazado la versión completa de 5 minutos, muy poco conocida, en la que termina hablando de su libro.

1 comentario:

Aprendiz de brujo dijo...

Para mi son dos de las mejores entrevistas de la historia de la televisión en España, junto a la del loco de la Colina a Arrabal.Yo soy como Lola, he preferido "tratar" a Umbral, antes que leerlo y he sacado en conclusión que era tan hijoputa como talentoso. Es decir, imprescindible.
Buena semana a todos.