domingo, 8 de julio de 2012

SEFARDITAS


Es sabido que los extranjeros pueden obtener la nacionalidad española por residencia legal durante diez años en nuestro territorio y que este plazo se reduce a dos años para los nacionales de aquellos países que hayan estado, a lo largo de la historia, en la órbita de la Hispanidad, es decir para los naturales de nuestras antiguas provincias de Ultramar (Iberoamérica, Filipinas y Guinea Ecuatorial), de Portugal y de Andorra.

Sin embargo, algo que no deja de llamar la atención es que este mismo régimen se aplica desde 1982 a “las personas de origen sefardí”, o sea a los descendientes de los judíos expulsados de Castilla y Aragón por los Reyes Católicos en 1942 y de Navarra por Juan III en 1498. A ello hay que añadir un privilegio adicional para los sucesores de los hebreos hispánicos: si demuestran un especial vínculo con España, el Consejo de Ministros puede concederles automáticamente la nacionalidad.

Sin duda me parece muy razonable la reducción de los plazos en el caso de hispanoamericanos, filipinos, guineanos o portugueses, toda vez que la historia de sus actuales naciones se ha desenvuelto de la mano del gran proyecto común llamado Imperio Español. Es innegable la hermandad histórica, de sangre, espíritu y religión que nos ha unido y nos une con los oriundos de estos territorios. Su aporte a la configuración y al engrandecimiento de nuestra Patria (de la que para mí aún forman parte) es tan valioso que hoy quedan perfectamente justificadas todas las ventajas o especialidades en materia de doble nacionalidad, y aún me parecen pocas.


Sin embargo el tema judío es bien distinto. Sin negar el origen español de la bella lengua sefardí (una especie de castellano antiguo ya muy desdibujado) ni la necesidad de los oportunos acuerdos y medidas para mantener vivo el legado cultural que los herederos de los israelitas peninsulares han difundido a lo largo y ancho de la Tierra, se me antoja exagerado beneficiar a esta gente con una tramitación extraordinaria de la nacionalidad española.

Procede hacer serio balance de la contribución de los judíos al nacimiento de nuestra nación y al esfuerzo colectivo de nuestro pueblo en la Historia para determinar si están justificadas las ventajas de las que ahora disfrutan para convertirse en españoles.

La resistencia activa de los hebreos a la asimilación en el momento clave en que surgían las grandes naciones europeas, caracterizadas ante todo por una fuerte cohesión religiosa y social, fue la causa de la expulsión de este colectivo de Francia, de Inglaterra o de Alemania entre los siglos XI y XIV. España no fue la primera ni la última en echarlos, en una decisión aplaudida unánimemente por la sociedad europea de la época, pero sí la que procedió con mayor respeto y humanidad.

El caso español se agrava por el apoyo que prestaron los semitas a la invasión árabe en 711 y por su colaboración con las autoridades islámicas durante toda la Reconquista, que les granjeó el odio unánime de los cristianos. Además, su negativa a participar en condiciones de igualdad en la vida social, económica y cultural de los españoles; su segregación en aljamas con autoridades y derecho propio; su proselitismo, ofensivo a los valores predominantes, y el empecinamiento de la mayoría en no bautizarse tras los decretos de expulsión (sí lo hicieron los ricos y los rabinos) los convierte en un cuerpo extraño que en ningún caso puede identificarse con lo que España ha sido y es.

Desde los albores de la identidad española, en tiempos de los visigodos, los judíos solo han sabido mirarse el ombligo, remando en sus barquichuelas y no en la gran nave común que empezaba a construirse, velando únicamente por sus intereses (nunca mejor dicho) y en ningún modo por el interés general de la nación que se fraguaba. Y yo me temo, y a la vista está, que los hijos de Moisés que largamos a finales del XV no hayan cambiado demasiado ni les haya sobrevenido un cariño entrañable por el país que los expulsó, por lo que considero inapropiado e injusto que puedan adquirir nuestra nacionalidad automáticamente o residiendo solo dos años.

Aunque compartan rasgos culturales (ya muy atenuados) con nosotros; aunque España rechace cualquier forma de antisemitismo racista e incluso haya salvado a más de 40.000 judíos de la persecución nazi abriéndoles sus fronteras y apoyándoles diplomáticamente durante el franquismo; aunque en justicia deba reconocerse el origen hispánico de las comunidades sefarditas, ello no significa que debamos considerarlos españoles, pues, aun habiendo habitado en nuestros Reinos durante tantos siglos, jamás amaron a España, no trabajaron por España, boicotearon a España, se autoexcluyeron de España y renegaron de ella obstinadamente. Quédense pues en Israel, en Sudamérica o en donde quiera que vivan hoy en día los tataranietos de las familias desplazadas hace quinientos años por obra y gracia del Cardenal Torquemada.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

El privilegio del que gozan los sefardíes en caso de querer obtener la nacionalidad española puede considerarse una de las muchas muestras de acomplejamiento y de culpabilidad inculcadas a los españoles desde hace décadas (no sorprende que fueran los socialistas precisamente quienes implantaran esta norma legal).

El día menos pensado establecen los mismos requisitos legales para cualquier persona que acredite su condición de musulmán confeso.

alco dijo...

Esta ampliación del derecho a acceder a la nacionalidad española a los sefarditas es un brindis al sol. Los sefarditas que viven en Sudamérica, ya tenían este derecho como ciudadanos argentinos, uruguayos o lo que fueren. Los que viven en Israel creo que les debe importar un pito. Los que vivían en el Norte de África ya emigraron a Israel. Los que vivían en Europa Oriental (Salónica, Costa Dálmata), y sobrevivieron a la Guerra Mundial, emigararon a Israel.
Sin embargo hay algún caso remarcable, como es Isaac Andic, judío-turco de Estambul y propietario de Mango.
Me parece mucho más preocupante las oleadas de magrebís y otros musulmanes que pronto hará 10 años que residen en España y se lanzarán (o ya se han lanzado) en picado a por la nacionalidad española. ¿Estos si que se van a integrar? Son miles y miles.

Ramiro Semper dijo...

Esta nueva concesión al Pueblo Elegido no más que otra muestra del creciente poder del lobby judío y del entreguismo vergonzoso de nuestros políticos ante cualquiera que pretenda debilitar España. La expulsión de los judíos en 1492 fue una decisión sabia y patriota de los Reyes Católicos que todos los españoles deberíamos celebrar. Los judíos, a lo largo de la Historia, han demostrado una especial inquina contra España. Ya en la primera invasión musulmana en 711, se aprovecharon de la situación vendiendo como esclavos a los cristianos derrotados por el invasor. Intentar, con estas medidas traidoras que la hez hebrea nos parasite aún más es un hecho despreciable, antiespañol y antieuropeo.

Al Neri dijo...

Alco, muy interesantes sus datos, sobre todo su recomendación de tienda para ir a comprarnos la ropa a partir de ahora.

Es evidente que el período mínimo de residencia de los magrebíes para obtener nuestra nacionalidad debería ser largo, muy largo, y, en mi opinión, no debería ser el único requisito. Para otorgar la nacionalidad española debería exigirse a todo el mundo el correspondiente certificado de integración (laboral, social y cultural).

alco dijo...

Sr Neri, yo no he recomendado ni tampoco lo contrario sobre donde comprar ropa. Simplemente he mencionado un sefardita singular y conocido, con nacionalidad española.

Yo no compro en Mango por otros motivos: el Sr Andic tiene cierta manía a los funcionarios y a nuestros supuestos privilegios y, por otra parte, su política de pesonal es bastante ruín:

http://es.wikipedia.org/wiki/Isak_Andic

Al Neri dijo...

Alco, no me pilla usted ni un chiste.

Qué tío más majete el señor Andic. Dan ganas de invitarle a unas cañas con unas tapas de torreznos.

Anónimo dijo...

Luego dicen de los topicazos sobre los judíos, pero mira lo que pone en wikipedia sobre el sefardí del que habla Alco: "Andic empezó en el negocio de la moda en 1972, cuando volvió de unas vacaciones con un par de camisas y las vendió a unos amigos por novecientas pesetas, el doble de lo que le habían costado".
Cualquier persona no judía que va de vacaciones se trae una camisa o una camiseta como regalo para los amigos y no se las vende por el doble que le han costado.

Aprendiz de brujo dijo...

Einstein, Rubinstein, Bar-en-boin,(este es primo mío),Jesucristo,(directamente es mi padre y hermano mayor)Haiman Roth...cuantos grandes hombres ha dado esa civilizción avanzada, que tanta envidia nos produce. Cuanto tenemos que aprender de un pueblo que ha sabido mantenerse en pie contra viento y marea.
Y tu Neri, me sacas al Cardenal Tor-quemada,(y tanto el muy cabrón).

Gustav Becker dijo...

El tema de la nacionalidad es sin duda y ha sido, algo sumamente espinoso.
Gracias al buen hacer de muchos diplomáticos españoles y, conviene recordarlo porque parece muchas veces que estos actuaron de forma unilateral, del gobierno español de entonces, miles de sefardíes obtuvieron pasaporte español, evitando así un terrible destino.
Los países sudamericanos, que conozco bien, nos echaron con cajas destempladas. Los emigrantes españoles contribuyeron a su desarrollo y prosperidad y países como Argentina, hoy, nos siguen restregando por las narices temas de "imperialismo". ¿Por qué tenemos que hacer concesiones a la hora de otorgar la nacionalidad?