lunes, 16 de julio de 2012

HISTORIAS DE ESPAÑA VIEJA (XXIII): OCHO SIGLOS DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Entre los cagatintas semianalfabetos y voceros del régimen; los progres y rogelios islamófilos a quienes de muy buen gusto pagaría un billete de ida y vuelta a Irán aun a riesgo de perder el dinero del regreso; los maricomplejines peperos que sólo sacan a pasear la bandera de España, a veces con Águila de San Juan incluida, cuando están en la oposición y la Casa Real ocupada en otros menesteres más lucrativos, ahora que a todos nos toca apretarnos el cinturón (sic), ha pasado totalmente desapercibido el octavo centenario de la batalla que marcó el principio del final del la Reconquista Hispánica.

En unos tiempos en los que convendría recordar a los españoles aquello de lo que son capaces cuando aparcan sus diferencias a favor de una gran empresa común, la monarquía, tan distinta de aquellos guerreros que eran los primeros en entrar en combate solicitando siempre los puestos de mayor peligro, rechaza acudir a la conmemoración en La Carolina de tan insigne fecha, quizás temiendo enfadar a sus amigos los sultanes de Marruecos o Arabia. Cuando los españoles sentimos ser el hazmerreír de Europa y el mundo, nuestros politiquillos e intelectualoides, con uno u otro collar, silencian todo atisbo de orgullo nacional que difiera de unos payasos que, en ropa interior, persiguen a una pelota, para seguir ladrando lo que su amo les manda.

Pero España no siempre ha sido este pozo de corrupción y podredumbre moral. Y, a pesar de todo lo que nos toca ver y padecer a diario, estoy seguro de que, como diría José Antonio, siguen vivas las fuentes genuinas de España. Que, debajo de aquella encina medio sofocada por la yedra, en palabras de Maeztu, la potencia guerrera, creadora, espiritual y material de España sigue hoy, como hace ocho siglos, esperando un brazo que recoja la saeta caída y vuelva a lanzarla hacia el blanco.

Hoy no es mi intención copiar un artículo de la Wikipedia, o competir con Pérez-Reverte, o con el Sr. Neri que ya trató este tema hace tiempo. Ni siquiera explicar como Sancho VII el Fuerte de Navarra, ganó las cadenas para su escudo; o los palentinos la Cruz para el suyo. Simplemente, voy a explicarlo con claridad y sencillez, como cuando a los niños se les enseñaba a amar a España:

«Ante el enorme peligro que para los estados cristianos significaba la entrada en España del ejército almohade, Alfonso VIII solicitó una cruzada del Papa Inocencio III. 

Concedida ésta y predicada por el famoso arzobispo de Toledo Don Rodrigo, acudieron en ayuda de Don Alfonso el rey de Navarra, que en aquella ocasión era Sancho VII el Fuerte; el de Aragón, que era Pedro II el Católico,y otros varios príncipes nacionales y extranjeros, tropas portuguesas y diversas órdenes militares.

Púsose en marcha el ejército cristiano, y el calor sofocante del verano de Castilla hizo que los extranjeros abandonasen la empresa. Quedaron sólo las tropas cristianas españolas y a ellas corresponden, por tanto, los laureles del triunfo.

Al llegar al puerto del Mudaral, en Sierra Morena, nadie sabía qué camino tomar, pero he aquí que un pastor que providencialmente apareció, les indicó una vereda oculta. Por ella el ejército cristiano llegó sin dificultad a una gran explanada llamada Navas de Tolosa y en ella acampó el 14 de junio de 1212.

Ante su vista se extendía el gran ejército de los almohades en forma de media luna y en su centro estaba la tienda del jefe, defendida por 10.000 negros encadenados, que con sus lanzas formaban una gran muralla de acero.

El ejército cristiano empleó los días 14 y 15 en preparativos militares y en prácticas piadosas y el día 16 atacó. La lucha que se entabló fue terrible y duró todo el día, pero al caer la tarde el rey navarro y los suyos consiguieron romper la barrera humana que rodeaba la tienda de Miramamolín y éste tuvo que huir precipitadamente; a la vista de ello, sus guerreros se desmoralizaron y la victoria fue para los cristianos.

En esta batalla se hicieron al enemigo unos 100.000 muertos y 50.000 prisioneros y se le tomó un botín inmenso. Después de ello, el poder de los almohades quedó aniquilado y la Iglesia instituyó para conmemorar tan importantísima victoria la fiesta llamada Triunfo de la Santa Cruz.»

Antonio Álvarez Pérez.
Enciclopedia Álvarez. 1954.  

5 comentarios:

Al Neri dijo...

Gran post, Subdire: ilustrativo y hondamente patriótico sobre la batalla más importante de la Reconquista, aunque no hay que olvidar (y dedicaré a ello un Historias de España vieja) que la gran gesta de la Reconquista no culmina en 1492, sino en 1609, precisamente debido a algunos flecos que dejaron en su labor los Reyes Católicos.

Sobre la batalla de las Navas es muy recomendable y entretenida la novela El sanador de caballos , de Gonzalo Giner.

Saturnino Martín Cerezo dijo...

¡VIVA ESPAÑA!

Aprendiz de brujo dijo...

Uff, como huele a naftalina.
Es coña. A mi me gustan mucho estas batallitas,(nunca mejor dicho).
A falta de otro bagaje cultural, os dejo mi modesta atribución a la exaltación del orgullo patrio

http://www.youtube.com/watch?v=rS-_EZgRb0w

Viva España manquepierda.

Zorro de Segovia dijo...

por cierto fíjense en que ... el rey de León se quedó en casa, pero sus señores acudieron. Al revés, el de Navarra vino, pero casi solo, y los andaluces ... eran los otros. Ya pintaban bastos las autonomías por aquellos tiempos.

Al Neri dijo...

Muy bueno, Zorro.

Por cieto me resulta muy divertida la versión que da la Enciclopedia Álvarez de por qué los extranjeros (los ultramontanos)abandonaron la expedición: dice que fue por el calor, jajaja. En realidad fue porque el Rey Alfonso no les permitió practicar el pillaje y el asesinato gratuito en las plazas conquistadas.