jueves, 1 de marzo de 2012

PIJO-PROGRES

Hace años ser de derechas implicaba una mentalidad conservadora en todos los sentidos, tanto desde el punto de vista económico como desde el moral o espiritual. En efecto, los derechistas no solo defendían mantener a toda costa el orden establecido y los privilegios de la clase alta a la que solían pertenecer, sino que paralelamente hacían gala de una Fe católica en su versión más ortodoxa, de una moral bastante rígida en cuestiones familiares y sexuales, y de una mentalidad de “gente de orden” contra cualquier asomo de cambio, por leve que fuera, en lo social, en lo cultural y en las costumbres. Esto habría que matizarlo un poco, debatir si ambas actitudes no eran contradictorias, cuánto había de hipócrita en la segunda y preguntarse, por ejemplo, por qué siempre ha habido pobres de derechas, pero estos temas no vienen al caso.

En la acera de enfrente se encontraba la izquierda, cuyos acólitos combinaban a su vez una fiereza revolucionaria, un sincero deseo de transformación social (a veces más por revanchismo que por justicia) y un sentido de sobriedad ejemplarizante (que venía a traducirse en una renuncia radical a los lujos burgueses) con una absoluta flexibilidad en lo que a moral convencional se refiere. Como los rojos no creían en Dios y consideraban los preceptos religiosos como un conjunto de patrañas inventadas por los poderosos para dominar a la clase trabajadora, al final, en la práctica, predicaban el amor libre, convivían de hecho en vez de casarse, se separaban con toda naturalidad, presumían de todos los vicios habidos y por haber y pasaban de los usos sociales más o menos tradicionales. Total, como estaban convencidos de que no había infierno...

Cada uno de estos grupos solía identificarse con una determinada clase social y en el fondo se comportaba como cabía esperar, defendiendo sus intereses con una mímima coherencia entre pensamiento y acción. Los derechistas eran ricos pero practicaban (o predicaban) una moral estricta y gravosa. Los de izquierdas gozaban de veda abierta en placeres y costumbres pero su ética solidaria los mantenía alejados de derroches materiales y suntuosidades.

En cambio, hoy en día, somos cada vez más pragmáticos y más jetas. Los ideales han muerto y el panorama ha cambiado de raíz. Da igual hablar formalmente de izquierdas o de derechas, porque a lo que todos aspiran es a ser, como se dice por ahí, unos pijo-progres, o sea que toman lo más chachi, lo más cómodo y lo más placentero de cada una de las mentalidades anteriores, en una especie de centrismo que yo más bien llamaría oportunismo repugnante.

Ahora lo que se lleva es adoptar, en los aspectos económicos, las posturas más clasistas, insolidarias y consumistas de la vieja derecha, abanderando las clases acomodadas un blindaje hermético de sus privilegios, y una total libertad para explotar a los trabajadores y para disponer caprichosamente de su dinero en perjuicio de quien sea. Hasta los socialistas, en cuanto juntan cuatro perras, se comportan así.

Pero estas concepciones ya no van asociadas, como antaño, a la defensa, ni siquiera farisaica, de las esencias cristianas de occidente o de un catálogo elemental de valores. Ahora la gente, amén de querer vivir como ricos, derrochando y con un desprecio absoluto por las necesidades de los menos favorecidos, también sueña con el estilo de vida de los rojetes de antes, con la manga lo más ancha posible para practicar la religión (si es que la practican), para vestirse, para follar con quién les dé la gana, para arrejuntarse, para divorciarse como los republicanos recalcitrantes de toda la vida, para abortar o para fumar los porros que antes solo fumaban los jipis y la gentuza.

Anda, que no son listos los pijo-progres estos, que se han fabricado una ideología a la medida de sus egoísmos y de sus apetencias, y encima tienen el morro de autoproclamarse abiertos, modernos y de centro.

4 comentarios:

Teutates dijo...

El concepto derecha e izquierda ya no existe salvo en la mentalidad interesada de algunos, como bien dice usted, las ideologías han muerto, y yo le añado que la política ahora solo "piensa" en terminos económicos. Políticas de gasto "izquierda", políticas de ahorro e inversión "derecha",
A mí me hace gracia sobre todo cuando la izquierda se intenta apropiar de terminos cómo política social, tolerancia, respeto, diálogo, libertad... cuando precisamente son los que más actúan en contra de estos valores.

alco dijo...

Puede que no sea exactamente el tema de la entrada, pero es algo en lo que pienso últimamente. El régimen franquista, ¿no hacía una política social bastante más de izquierdas que PSOE, PP, CiU, PNV etc...?
- Viviendas sociales asequibles
- En los conflictos empresa - trabajador, éste último solía ganar siempre (a menos que estuviera metido en organizaciones entonces ilegales).
- Universidad casi gratuita.
- Y, por supuesto, seguridad en las calles. La seguridad es un valor de izquierdas, sino recuerden la seguridad total que había en los antiguos países comunistas.
Por supuesto, no obvio que era un régimen dictatorial, nefasto y peligroso para los opositores a él. Pero socialmente, ¿era de derechas?

El chico de los tablones dijo...

Al Neri en estado puro, señores... Sin entrar en algunas ardorosas expresiones de su discurso, en líneas generales puedo decir que estoy de acuerdo: el pijo-progre de mi edad es un ser comodón y pseudocapitalista, fruto del dinero fácil, de la legislación permisiva y la moral laxa, de unos padres "modernos" y unos amigos golfos y bohemios.

Diclonius dijo...

Sí, como demuestra su defensa en las clases aristocraticas, el total desprecio hacia los sincicatos obreros, la constante violación de derechos humanos hacia las clases sociales que según su sociedad ideal tenian que trabajar o quedarse en casa limpiando.