sábado, 4 de septiembre de 2010

CINCO CRÍTICAS A LAS FIESTAS DE VALLADOLID

Sé que es complicado para un Ayuntamiento organizar unas fiestas patronales dando gusto a todos los sectores y grupos de edad del municipio. También tengo claro que cada cual tiene su propio concepto de ocio, y que dentro de las mismas fiestas uno puede ir a donde quiera, disfrutar a su manera y en su propio mundo haciendo caso omiso de otras zonas o ambientes. Y para terminar este año sostengo una actitud especialmente crítica hacia el despilfarro festivo teniendo en cuenta la situación económica del país.

Una vez aclarados estos puntos voy a desgranar brevemente los cinco aspectos que me parecen muy mejorables o abiertamente criticables de las fiestas de mi ciudad. Perdonen los que no sean de Valladolid, aunque estoy seguro de que hay críticas extrapolables a los festejos de otras localidades españolas.

1. Negocio hostelero. Una de las cosas que más me gustan de las Fiestas son las casetas gastronómicas y las de la llamada Feria de día, porque permiten una forma diferente de alternar y tapear a la que practicamos durante el año. Bien mirado, y teniendo en cuenta los precios abusivos de las consumiciones, sale más rentable irte a un restaurante decente y cenar a la carta con servicio, tranquilidad y sobre todo comodidad (puedes tardar media hora larga en alcanzar la barra de una caseta de moda), pero bueno, es el precio que se paga por la novedad de una vez al año.

A pesar de todo ello, pienso que en la última década las Fiestas de Valladolid se han convertido casi exclusivamente en un gran bar, en un gigantesco chiringuito de la asociación de hosteleros y de las Casas Regionales para beneficio del Consistorio, que da la impresión de que lo único que quiere es amortizar con el importe de las licencias todos los fastos absurdos que organiza estos días. Hay un número exagerado de casetas y, en mi opinión, esto no permite disfrutar ni moverse a gusto por el centro de la ciudad. Por si fuera poco, el coste de los pinchos es exagerado en proporción a la calidad de muchos de ellos y el personal que atiende las casetas es ineficaz, lento y nada profesional.


2. Borrachos asquerosos. Durante todas las Fiestas, manadas interminables de adolescentes y veinteañeros, casi todas de los barrios más populares, invaden las calles céntricas con sus carritos de la compra robados llenos de bebidas alcohólicas, armando una gresca insufrible y dejándolo todo como un estercolero. Cuando pisas el suelo, está tan pegajoso que da asco, y las botellas y desperdicios de esta gentuza se amontonan en aceras y calzadas a pesar de los omnipresentes servicios de limpieza. La culpa, por supuesto, es del Ayuntamiento, que no tiene huevos para tomar medidas contundentes contra estos borrachos sinvergüenzas. ¿Mi solución? Multa de medio millón por cada carrito, confiscación de las bebidas y obligar a los niñatos-cerdos a limpiar las calles a las 6 de la mañana del día siguiente.

3. Show de maricones. Ya hace años que el Ayuntamiento derechista e hipócrita de nuestra querida ciudad financia una mierda llamada eufemísticamente “partydance”, que consiste en un desfile de carrozas llenas de maricones y de zorras semidesnudos danzando al son de ritmos extranjerizantes más propios para una tribu de negros bunga, bunga. Como ya os podéis imaginar, si de mí dependiera, este evento sería suprimido de un plumazo del programa y todos sus bailarines obligados a cavar zanjas y a limpiar cunetas durante los próximos doce meses.

4. Conciertos carísimos. Nuestro consistorio se gasta una pasta gansa en cantantes, artistas y demás titiriteros muy famosos que nos salen a todos los contribuyentes a cojón de pato. Este año vienen Malú, Chenoa, Macaco, Melendi y Celtas Cortos, entre otros de cuyo nombre no quiero acordarme. No me parece mal que se promocione a artistas o grupos locales, o cualquier manifestación de la música y de la cultura castellana y popular, como los bailes regionales o los toros (cuando haya pasta, eso sí, que no es el caso en este ejercicio), pero me parece intolerable que se pague una millonada al Melendi, que a mí por cierto me gusta mucho, o a quien sea. El que quiera ver un concierto de estos fulanos, que se lo pague de su bolsillo y punto; y el que no pueda, que se quede en su casa viendo la tele o jugando al parchís, que es muy barato.

5. Peñas horteras. El capítulo peñas merecería muchos posts. El toque pueblerino, borrachín y hortera que da a la ciudad esta “costumbre” implantada con calzador en las últimas ediciones es difícilmente respirable. Por supuesto, este invento apesta a borreguismo cencerrero ladinamente orquestado por cuatro listos dueños de bares, que para mí son los únicos que sacan tajada esta semana. Por si la simple presencia y comportamiento de los peñistas no fuera suficientemente cutre, todos los años se empecinan en batir un récord Guiness reuniendo a miles de pucelanos para que hagan al mismo tiempo cualquier gilipollez. En esta ocasión el reto es congregar mañana a 20.000 personas ondeando banderas de España al compás del Waka Waka, del Himno Nacional y del Viva España de Manolo Escobar. De corazón, me dan ganas de pedir el fusilamiento de los promotores.

7 comentarios:

Ramiro Semper dijo...

Con la brillantez habitual, su artículo describe perfectamente esa mezcla de despilfarro y chabacanería que caracteriza a las fiestas de la papanatocracia imperante. Aunque se refieran a las de la ciudad laureada, creo que tanto los comentarios como las propuestas alternativas son extrapolables a cualquiera de los rincones de la piel de cabestro. Comparto y aplaudo todas las sugerencias que propone usted como medidas higiénicas.

marian dijo...

Sr.Neri, no sé cómo son las peñas de Valladolid. Pero permítame (aunque me espero una negativa firme) invitarle a venir a mi peña en las fiestas de mayo. Verá usted lo que es tener una bodega en condiciones, con comida buena buena y una limonada (sangría) fresquita. Y lo de bailar haciendo el gili se lo dejamos a otros, nosotros torreznito y churrasco a la lumbre.

Suso dijo...

Conozco un poco de cerca el tema de las fiestas.Da usted en el clavo.

Es un invento de hace muy pocos años (me refiero al auge de peñas, del mamoneo hostelero y de la gilipollez de la Party Dance).

Me sumergí un año en ellas, y se acabó.

Como el asunto da para más, sólo añadiré que el alcalde está en contra (pero , ya se sabe, es lo que toca). También denucio la connnivencia del alcalde, la concejala Cantalapiedra- patética señora- y algún concejal con intereses "curiosos" en el sector hostelero, y vitícola ( a nivel de participación accionarial y comercial)

Cada vez estoy más convencido que un partido no puede estar en una alcadía de ciudad más de ocho años, a partir de allí coienza el negocio, la corrupción y el mamoneo

A Valladolid le sucede eso. Hacen los que les peta.

Al Neri dijo...

Marian, creo que no tienen nada que ver las peñas de los pueblos de toda la vida, que son un fenómeno familiar para juntarse los amigos y toda la familia a disfrutar y a comer en las fiestas. Me da la impresión de que lo único que tienen en común con las de la capi es que llevan camisetas de colores.

Suso, yo veo las Fiestas de Valladolid tal como son ahora como el resultado de una guerra mafiosa entre la asociación de hosteleros y las casas regionales. Al final el Ayuntamiento tuvo que hacer de árbitro y lo hizo de la peor forma posible y la más perjudicial para la ciudad y para los vallisoletanos. Cada año las casetas "de arriba" son peores, cada día se abusa más tanto en las de "de arriba" y en las "de abajo".

Isel dijo...

Coincido en casitodo con usted...
Acerca de la partydance, no me parece tan mal, le da un toque de color, que personalmente me resulta indiferente pero bueno, prescindile.
Lo que no entiendo e scomos epermite a los borrachos adolescentes dejar así la ciudad, y eso es culpa diretamente del alcalde, que para eso tiene la policía municipal, pero claro, si lo hace le llaman facha... pone a cuatro municipales a que hagan su trabajo, se les confisca la bebida y multa (a sus padres) por los gastos de limpieza, o eso o que vayan ellos a limpiarlo al día siguiente. Pero ya se sabe como es la política: mucho mamoneo.
Lo de las casetas está mjy bien y es lo que ha hecho mejorar a las fiestas, le da más ambiente festivo a la ciudad. El precio e salgo exagerado para la calidad del producto y de la atención, peor es algo general en la hostelería actual, que se ha degenerado gavemente, cada vez es más caro, en parte por el efecto euro, no hacen más que llorar y el servicio es peor y poco profecional, pero claro, los políticos tienen muchos intereses con la hostelería... cuanto mamoneo...

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

La idea del chiringuito creo que debe estar cogiendo fuerza por tierras castellanas.

En agosto estuve unos días en mi querida Ávila... y en el Rastro, a los pies de las murallas, colocaron varios chiringuitos... lo peor no es que cada uno estuviese casi pegado al otro, rodeados de mesas que impedían pasear tranquilamente... lo peor eran los altavoces que cada uno tenía a todo volumen... y cada uno con música distinta.

En fin que lo de Ávila, la ciudad del silencio, se acabó.