lunes, 31 de agosto de 2009

EL CIEGO (2ª parte)

Leer primera parte

Entre 1995 y 1999, los chavales ponían la mesa todos los domingos y festivos en una de las principales calles de la ciudad, en una vía ancha y peatonal que desemboca en la plaza del Azoguejo, justo delante de una oficina de Caja España.

El tenderete consistía en una mesa plegable de camping cubierta por la rojinegra, que colgaba por delante exhibiendo las flechas de Fernando y el yugo de Isabel. Sobre ella disponían todos los artículos de propaganda a la venta, que siempre eran los mismos: ocho o diez modelos de llavero; mecheros con la efigie del Fundador; calendarios plastificados; pins e insignias diversas expuestas en una pieza de paño; adhesivos grandes, medianos y pequeños, con una muestra de cada en un parasol de parabrisas, de esos desplegables de cartón; camisetas con motivos patrióticos; las obras completas de José Antonio; varios libros de la editorial de la Organización, casi todos de historia o con recopilaciones de discursos de los años 30, y, por supuesto, la prensa, tanto la nacional (con la portada a color y las flechas bien gordas) como el boletín de la provincia, que eran cuatro fotocopias grapadas y se regalaba a todo el que se acercara al puesto.

Algunos días especiales, como el 12 de octubre, el 23 de abril o el primero de mayo, pegaban detrás, en el escaparate de la entidad bancaria, una pancarta enorme con los lemas correspondientes: “¡Viva Hispanoamérica!, ¡Arriba España!”, “Castilla, cuna de España” y “Por un anticapitalismo revolucionario”.

Los militantes más jóvenes de la ciudad se iban turnando cada semana en el servicio de tenderete. Solían ir unos cinco. Dos o tres se ponían detrás del puesto y uno de ellos salía a veces para “vocear” la prensa, como en el 34. Los otros dos siempre se alejaban y recorrían la calle de arriba abajo, sin perder de vista la mesa, por si las moscas. Si algún transeúnte se ponía nervioso con la presencia de los chavales, o increpaba o insultaba a los del tenderete –algo que sucedía de vez en cuando con algún radical de izquierda, sobre todo cuando iba en grupo- , los vigilantes le sorprendían por detrás y caían sobre él, haciéndole ver su error con la habitual “elocuencia”.

Una de las primeras veces que pusieron la mesa vieron venir hacia ellos a un viejo ciego indigente que caminaba a paso de burra pegado a la pared y manejando torpemente una garrota. Le habían visto otros días, pero casi siempre iba con una señora también mayor que le guiaba en su paseo. Cuando ya se iba a topar con el puesto, Ángel se le acercó.

- Perdone, caballero, hoy hay una mesa de propaganda en el medio y no puede usted pasar. Si le parece bien, yo mismo le guío para rodearla.

El vejete se paró desconcertado y empezó a mover la cabeza. Preguntó con voz un poco tartamudeante:

- ¿Una mesa?, ¿una mesa de qué?

- De Falange Española –contestó Ángel- . También dijo el apellido de la Falange, pero no viene al caso.

El hombre se calló, inclinó el cuello y abrió y cerró la boca varias veces. Tenía un ligero temblor en los labios. Se quedó como alelado. Ángel le tomó el brazo e insistió:

- Le guío, si le parece...

De repente el ciego, en un movimiento rapidísimo, alzó el bastón y fustigó con energía a Ángel. El primer golpe lo recibió en el hombro.

- ¡Cabrón fascista!, ¡hijo de puta!

Ángel no daba crédito. Dio un salto hacia atrás instintivamente, pero un segundo bastonazo le barrió las piernas y casi cayó al suelo. El ciego estaba como loco, con el rostro enrojecido y el cuello cruzado por una vena que parecía a punto de reventar. La pareja “itinerante” llegó corriendo, pero Gus, que estaba en la mesa, ya había sujetado al anciano por los sobacos. En el forcejeo, se desplomó como un fardo y Gus se apartó con prudencia. Ángel se acercó y le ayudó a levantarse sin dejar de cubrirse la cabeza y de inmovilizar el bastón.

- Tranquilo, joder, tranquilo, que se va a hacer daño. ¿Qué le hemos hecho para que se ponga así?

El viejo lloraba silenciosamente. Se revolvía y rehusaba toda ayuda, hasta que por fin se puso en pie mascullando insultos. Luego le situaron en dirección al Acueducto y, con más miedo que vergüenza, le devolvieron el bastón y se alejaron lo máximo posible.

- Menudo animal –comentó Gus-. Menos mal que es ciego… ¿Te ha hecho daño?

- Nada, en el hombro un poco. No sé qué mosca le ha picado.

No le dieron mayor importancia al incidente, pero a los dos meses, estando otros chicos cuidando el puesto, se repitió la historia. En esta ocasión le tocó la china al Pelirrojo. Según vio acercarse al invidente, le agarró el brazo:

- Caballero, perdone que le lleve un momentín hacia este otro lado, que hay un obstáculo junto a la pared.

- ¿Qué obstáculo?

- Un tenderete.

- ¿Un tenderete de qué?

- De la Falange.

El Pelirrojo recibió más insultos que Ángel. Y muchos más golpes. Dos le dieron en la cara, rompiéndole un poco el labio y despellejándole la mejilla, que se le puso casi negra. Sus compañeros se retorcían de risa.

- Eres un héroe, Peli, te van a conceder el Aspa de Plata.

La fama de león furioso del viejo ciego corrió como la pólvora entre los chavales, que al principio hacían toda clase de chistes e incluso apostaban entre ellos a ver quién se atrevía a decirle que había una mesa falangista en su camino. Pero Ángel pronto quiso poner freno a aquellas bromas, que consideraba de poco gusto y contrarias al estilo. Dio orden de que cuando se toparan con la fiera del bastón, le indicaran simplemente que había un tenderete de la Cruz Roja o de una ONG similar, y le ayudaran a sortear la mesa. Así empezaron a hacerlo, aunque como Ángel no acudía muchos domingos, los muchachos no podían resistirse a tentar al mihura como si hicieran recortes en una plaza de toros.

A escondidas de su estricto Jefe Provincial, tomaron la costumbre de utilizar al viejo como forma de bautismo de fuego de los recién afiliados.

- Sebas, majo, ayuda a esquivar el puesto a este ciego que se acerca, que es un tío cojonudo. Fue jefe de centuria en el Frente de Juventudes.

- Ahora mismo.

Y el pobre Sebas, que se había afiliado la semana anterior y lucía orgulloso la camisa azul bajo la americana, se ponía delante del Victorino y le espetaba:

- Hola, camarada, ¡arriba España!, espera que te ayudo, que estamos aquí con la mesa de Falange.

El ciego resoplaba como un toro.

- ¡Maricón, hijo de perra!, ¡toma arriba España!

Y el nuevo de turno recibía dos o tres palos bien dados, generalmente en la espalda o en las piernas, sin consecuencias mayores. Los demás se lo pasaban en grande con la situación. A veces el combativo caballero se desorientaba tras la refriega y le tenían que ayudar a reubicarse, sujetándole los hombros o dándole el brazo, con los riesgos que ello conllevaba. Una vez, mientras le estaban auxiliando, se giró de golpe y volvió a repartir mandobles, moviendo el bastón como las aspas de un molino, y le hizó un chichón enorme a Abel.

También recurrían a aquella novatada cuando venían visitantes de otras provincias y pasaban el domingo con ellos, acompañándoles en el puesto de propaganda. Una vez los bastonazos se los llevó de pleno Juan Antonio, de Madrid, al que apodaban Ansaldo por su nombre de pila y por su carácter violento. Otros dos camaradas de Pucela probaron igualmente las delicias de la implacable cachava, en un caso con rotura de gafas incluida.

El motivo de tan virulentas reacciones constituía tema frecuente de debate entre los chavales. Unos decían que el viejo estaba loco y que la tenía tomada contra todo lo que le oliera a fachas. Otros sostenían que habría pasado mucha hambre en el franquismo y que oír hablar de Falanges le ponía los pelos como escarpias. Ángel, por ejemplo, albergaba la sospecha de que su actitud se debía a un rencor profundo por haber perdido algún familiar en la guerra, probablemente fusilado por el bando nacional. Al chico le caía bien el ciego rojo y siempre decía con una sonrisa de oreja a oreja:

- Ese tío me gusta, tiene muchos cojones. Cuando palme, le llevaremos cinco rosas a la tumba.

Fin

domingo, 30 de agosto de 2009

QUIÉN LO DIRÍA

EL COMENTARIO DE LA SEMANA (38): AHORRAR Y GASTAR

Los dos mejores comentarios de las últimas semanas han sido:

I- "Lo
del inglés éste que come bichos, la verdad es que está entretenido. Además, viendo como pintan por aquí las cosas en materia económica, sus consejos pueden ser de una gran utilidad a la hora de planificar la cesta de la compra".

Autor:
Txiripitiflautiko
Entrada: Huevos cuadrados

II- "(...)
Antes ocurría, al menos en la época de mis padres, que, cuando felizmente tomaban las riendas de su vida en común (después, claro, de un sacrosanto matrimonio) tras mucho mirar decidian ir a vivir a un pisito minúsculo, apañado, pero que para la recién pareja era ideal. Después de la mano femenina de ella (guiada también por madre y suegra) el pisito quedaba coqueto y monísimo, pequeñito pero ideal. Y poco a poco irían llenándolo de cariño, amor, comprensión..., y también de muebles, televisión (si podían), cortinas, etc.

Y qué decir de la generación anterior, la de mi abuela.
En el mejor de los casos lo primero que conseguían era una habitación en una casa con derecho a cocina. Algo inimaginable hoy en día.

Sin embargo hoy todo es distinto, aunque las posibilidades económicas
en muchos casos no sean mejores que generaciones atrás. En algunos casos son incluso peores.Hoy en día ninguna pareja que se precie se casa/arrejunta/amontona (no se me ofendan) si no es en un chalet/pareado/adosado con jardín de 4 metros cuadrados, barbacoa y garaje para dos coches.

Y digo yo: y para qué quieren una casona de, en algunos
casos más de 200 metros, una pareja que como mucho tendrá un perro de aguas al que llamará Fifí, y que encima no le dejarán dormir dentro porque, como no hay casi nadie viviendo en la urbanización aún (jodido pagar tanto por la casita), pues el pobre perro vive aterrorizado por los ruidos que escucha por las noches y deja la cocina perdida de cagarros y meaditas. ¿Para qué demonios quieren un plasma de 52 pulgadas en el salón, una de 22 en la cocina, otra de 20 en la habitación y hasta una de 14 en el baño si, como bien dice Neri, ni siquiera comen en casa? Pero lo importante es tenerlo, aunque no sepas para qué, ni lo uses habitualmente.Sin embargo, lo habitual es que el sueldo de un integrante de la pareja vaya enterito a la hipoteca monstruosa.

Por azares del destino, o por sibilino adoctrinamiento
(vaya usté a saber), hoy por hoy es difícil ver una pareja dispuesta a apretarse el cinturón, a no querer un chalezaco inmenso, e irse a vivir a un pisito pequeño, pero posible.Ni a renunciar a sus semanitas de vacaciones en todo plan-tutiplén, siempre en costa, y si es en otro continente, pues mucho mejor."

Autor:
Rocco Lampone
Entrada: Dos sueldos

viernes, 28 de agosto de 2009

DOS SUELDOS

Cada día estoy más convencido de que ingresar dos sueldos en casa es el gran timo de la estampita, de que trabajar los dos cónyuges en muchos casos no sólo no mejora la calidad de vida de la familia, sino que la empeora a todas luces, pues en el fondo uno de los dos está currando únicamente para pagar los gastos derivados de que una segunda persona trabaje.

Puede parecer exagerado, pero es así. Hace no tantos años sólo entraba un sueldo en las familias y la gente se apañaba bien, o al menos eso parecía. Muchos matrimonios con ingresos ajustados tenían más de dos hijos, a los que vestían, alimentaban, daban estudios, etc. Tenían coche, disfrutaban de un ocio razonable, de vacaciones en agosto… y llegaban a fin de mes. Ahora en cambio se tienen dos salarios, menos hijos (a veces ninguno) y da la impresión de que la pasta no llega para nada, de que el que más y el que menos anda apretadito el día 30.

Nos han metido en tal escalada de consumismo que nos pasamos la vida trabajando como negros para pagar unas gilipolleces que no necesitamos para nada, que dudosamente nos hacen vivir mejor o más cómodos y que además, como ya he dicho, muchas veces son la mera consecuencia de estar trabajando dos personas en la familia (o por lo menos, no compensa la diferencia una vez hechos los cálculos)

Evidentemente esta situación se acentúa cuanto más bajos son los sueldos, pero no siempre. Creo que es la tónica general que uno de los miembros de la pareja se pase diez o más horas eslomado fuera de casa para pagar el derecho a que la mujer trabaje. Yo más que derecho lo llamaría imposición esclavista o estrategia empresarial para incrementar el consumo, pero bueno.

Cuando trabajan los dos, surgen un montón de gastos asociados directa o indirectamente a este hecho. Para empezar lo más típico es que sea necesario tener dos coches y que el segundo se utilice sólo para trabajar, con todos los costes que ello conlleva. Algo parecido podríamos decir algunas veces del vestuario. Además es muy frecuente que en las ciudades grandes o medianas los trabajadores coman fuera . Si tienen tiempo de comer en casa, el coste de la alimentación generalmente es más alto, ya que con las prisas no hay tanta posibilidad de andar mirando ofertas o de preparar platos caseros y por lo tanto bastante más asequibles que los precocinados u otros inventos para ahorrar tiempo en la cocina que cada vez están más al orden del día. Finalmente, los niveles de estrés y hastío que provoca este estilo de vida, así como las pocas horas que se tienen para estar con la pareja, son por lo general motivo de muchos gastos extras el fin de semana: lo que apetece después de cinco días agotadores es pasar de cocinar y salir a un restaurante, y no reparar en gastos para descansar y relajarse, viajar y hacer cosas diferentes que rompan un poco la monotonía. Es muy comprensible, pero muy caro.

Y por supuesto tener hijos sale mucho más caro trabajando los dos. Me estoy refiriendo no sólo a guarderías y cuidadores, sino a toda clase de actividades extraescolares y otras mandangas diseñadas exclusivamente para aparcar a los niños, incluso durante las vacaciones y los fines de semana, que es cuando puede pasarse tiempo con ellos.

Y eso por no hablar del servicio doméstico que muchas veces
se contrata, más que por holgura económica como sucedía hace años con quien tenía chacha, por mera falta de tiempo material para hacer uno mismo las tareas de limpieza más elementales.

Por añadidura, estoy convencidísimo de que el hecho social de los dos sueldos por familia ha disparado los precios, e –insisto- cada vez se mira menos lo que se paga, por falta de tiempo, de ganas o sencillamente porque se tiene el dinero o “no voy a estar rateando, que para eso nos matamos a trabajar los dos”.

Aparte de todo esto, el contar con dos sueldos predispone casi en el 100% de los casos, por las razones expuestas y por otras, a incrementar la partida de ocio hasta límites de pura esquizofrenia. Parece que ya no nos conformamos con nada a la hora de disfrutar del tiempo libre, que sólo se puede disfrutar gastando y además gastando mucho. Nos hemos inventado o nos han impuesto mil necesidades artificiales: Últimas tecnologías, televisiones gigantescas, viajes exóticos (con la excusa –falsa- de que es más barato viajar al Caribe que a Santander), gimnasios imprescindibles, gustos cada día más pijos y refinados, y la sacrosanta religión de los bares de copas donde nos clavan por cuatro combinados lo que nos cuesta comer una semana.

Confieso participar en parte de este estilo de vida y haberme convertido a la fe del consumo mucho más de lo yo mismo me creo, pero os juro que muchas veces pienso que tendría que haber nacido al menos 50 años antes. Estoy convencido de que tendría menos cosas materiales, pero casi seguro que sería más feliz y llevaría una vida más plena y más mía.

miércoles, 26 de agosto de 2009

LOS ENFERMOS TRANSEXUALES

Cuando el doctor Aquilino Polaino defendió en el Congreso que los homosexuales son unos enfermos, el llamado “lobby gay” le puso a caldo tratándole poco menos que de nazi y cuestionándole como científico, con el argumento “irrebatible” de que la homosexualidad no figura en el DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) y que la Organización Mundial de la Salud no lo considera como una patología.

A otro nivel, algo parecido me pasó a mí cuando defendí las teorías del valiente Polaino en este blog. Llegaron a insultarme y a refrotarme por las narices que no sabía nada de medicina.

Uno piensa que el motivo por el que muy recientemente la homosexualidad ha desaparecido de los catálogos de enfermedades mentales es estrictamente político, ya que, entre otros hechos lamentables, en los años 70 el colectivo de "gays y lesbianas” sometió a fuertes coacciones a las asociaciones de médicos psiquiatras, que se vendieron igual que putas, como tantas veces pasa con la comunidad científica.

Bueno, pues la cuestión es que la transexualidad sigue siendo considerada una enfermedad por los médicos de todo el mundo. En el DSM figura como trastorno denominado síndrome de disforia de género y, para más INRI, la OMS dice que es un problema de salud al que hay que dar respuesta médica.
¡Pero qué barbaridad!, ¡pobrecitos transexuales!, ¡cómo se atreven a llamarles enfermos! Por Dios, simplemente se trata de una diferente manera de vivir la sexualidad y no de una anomalía. ¡Qué vergüenza!, ¡estoy consternado!

Naturalmente, el colectivo
LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) está furioso con los médicos y presiona insistentemente para que una cosa tan natural como tener el cuerpo de hombre y sentirse mujer o viceversa (que para mí es como los zumbados que se creen Napoleón) salga cuanto antes de la estigmatizadora lista de trastornos.
¿En qué quedamos, progres, mariquitas y demás ralea?. ¿Son fiables o no los catálogos oficiales de medicina? Porque a mí me da la impresión de que sois unos desvergonzados que defendéis una cosa u otra según os convenga. Cuando el criterio de las asociaciones internacionales de facultativos médicos coincide con vuestras ideas, resulta que quienes criticamos este criterio somos tan analfabetos y malvados como Goebbels; unos paletos iletrados que no tenemos ni zorra de nada y que nos apartamos de los sagrados designios de la “unanimidad” científica. Pero cuando los doctores e investigadores opinan que los transexuales están como las maracas de Machín, resulta que los homófobos y los represores son los científicos, que todavía no han visto la luz y a los que hay que convencer de la “verdad” a cualquier precio.

No hay quien os tome en serio. Iros a hacer puñetas.

domingo, 23 de agosto de 2009

ENCUESTA DEL "CASO MARTA"

Pregunta: Señala tu opinión sobre el "Caso Marta" (pueden votarse varias opciones).

Participantes: 30

Duración: 15 días.

Respuestas:


a) Respeto la presunción de inocencia y prefiero no pronunciarme hasta que se aclaren los hechos y se dicte sentencia. 3 votos (16%)

b) Los menores implicados no deberían ir a la cárcel, sino aplicárseles medidas correctoras para reeducarlos. 2 votos (11%)

c) Debería rebajarse inmediatamente la edad penal para que los menores adolescentes pudieran cumplir largas condenas de cárcel. 11 votos (61%)

d) Es necesario torturar a los sospechosos para aclarar la verdad de una vez por todas. 5 votos (27%)

e) Jamás sabremos lo que ha pasado de verdad. 1 votos (5%)

f) Sólo por la actitud de los sospechosos, que cada día dicen una cosa, deberían meterles un buen puro. 9 votos (50%)

g) Ninguna de las anteriores coincide con mi opinión. 0 votos(0%)

viernes, 21 de agosto de 2009

EL CIEGO (1ª parte)

Su frente amplia y surcada de arrugas coronada por un pelo de nieve; su expresión de infinita tristeza; su chaqueta marrón, la misma en invierno y en verano; sus pantalones raídos y remendados; su paso lento, muy lento, como a cuenta gotas, tras el tamborileo de su viejo bastón de haya, que siempre se negó a cambiar por uno especial para invidentes, forman parte desde hace mucho del paisaje de la ciudad.

Matías cumplirá en diciembre 90 años y su historia antigua y triste la conocen muy pocos. Antes de morir, su hermana se la contó a no sé quién, y ese no sé quién me la contó a mí en la oficina.

Era de un pueblín muy cercano a Cuéllar. Cuando tenía quince años se pasaba media vida sudando en el campo y la otra media en la Casa del Pueblo, escuchando, preguntando, tomándose sus primeros chatos. Sus dos hermanos, que eran concejales por el PSOE y les tiraba mucho Besteiro, siempre le decían que no fuera imbécil, que se centrara en trabajar y se dejara de peleas con los señoritos, pero la sangre y la cabeza de Matías estaban en ebullición por las lecturas de los periódicos de Madrid y por el mitin al que fue a Valladolid con su primo Zoilo.

Los sábados por la noche iba con Zoilo y con otros chicos mayores a la parte del río, o por el Palomar o incluso a Mata, y acababan siempre a pedradas con los fascistas. En alguna ocasión les sorprendieron bien, volviendo de Cuéllar, y al hijo del médico lo descalabraron justo un año antes de las elecciones. Otro día le tocó cobrar a Zoilo y el propio Matías le curó el hombro descarnado y le puso hielo en los ojos.

En febrero se armó la de San Quintín. El Frente Popular arrasó en las urnas y al domingo siguiente la cuadrilla de Zoilo, envalentonada, increpó al cura a la puerta de la ermita, y a Don Serafín, que se había puesto chulo con varios concejales, le abollaron el coche a ladrillazos.

Esa misma noche Matías cometió el peor error de su vida. Junto con otros cuatro chicos prendió fuego a la casita de adobe, un poco alejada, donde se reunían todas las semanas los cinco o seis falangistas del pueblo. Aunque habían visto luz dentro, pensaron que todo quedaría en un susto y que les daría tiempo a salir. Se equivocaron. Dos muchachos no pudieron escapar; uno de ellos perdió las piernas y el otro, el hijo del médico, murió completamente calcinado.

A partir de ese momento comenzó el calvario de Matías. La Guardia Civil anduvo haciendo muchas preguntas y revolviéndolo todo, pero la convulsa situación política no facilitaba las investigaciones. A las dos semanas se llevaron una tarde a Zoilo al cuartelillo, aunque lo soltaron poco después. Se dijo que podía haber sido un accidente con una lámpara de aceite que tenían los falangistas en la casa.

El 18 de julio, antes de ponerse el sol, los dos hermanos de Matías se marcharon del pueblo. Él insistió en largarse con ellos, pero sus padres se lo impidieron, porfiando que era un crío, que no se había metido en política y que no le harían nada; estaría más seguro con ellos en casa. Matías rogó, lloró, casi pataleó, pero se impuso la autoridad paterna.

Como en dos días nadie preguntó por sus hermanos ni por él, ni llegaron camiones con hombres armados como a otros pueblos, su madre se tranquilizó. Pero Matías no. Ninguna de las noches siguientes pudo pegar ojo. Un sudor frío le bañaba todo el cuerpo y se pasaba las horas con la garganta seca y aguzando el oído.

Cuando a mediodía del 21 llegó una camioneta reclutando gente para el Alto del León, las piernas se negaban a sostenerle y tembló como una hoja al ver el azul oscuro de las camisas, los correajes, las pistolas, los altivos gorros cuarteleros y las flechas ondeantes en el banderín del capó. Cuando sacaron a Zoilo de su casa, dos calles más arriba, sus alaridos quebrados le encogieron el alma.

Matías no podía ni caminar. Un chico rubio le arrastró por los pelos hasta el corral, mientras el resto sujetaba a sus padres. A su padre le pegaron muchísimo mientras le preguntaban por sus hijos, los “concejales rojos”.

Sólo era un crío de 16 años, pero le ataron a un poste de la trasera y le golpearon brutalmente con un pedazo de cañería y con la culata de las pistolas y los fusiles. Le dieron mil patadas en el cuerpo y en la cabeza insultándole y llamándole asesino. Oía chillar a su madre: “es un niño, es un niño, no ha hecho nada”. A su padre le dejó de oír pronto. Cuando recuperó el conocimiento en la cama, todo eran sombras y no podía explicarse cómo seguía vivo. No podía resistir el dolor en las piernas y en la columna vertebral, ni sentir siquiera el destello de la vela que la enfermera le acercaba a los ojos.

El resto de la historia es la de un ciego pobre en una pequeña capital de provincias. Sus padres se quedaron en el pueblo y él marchó a la ciudad con su hermana la maestra. Los otros dos hermanos emigraron a Bilbao, tras un expediente de depuración en el que declaró Don Basilio, el cura, que era un santo, y que fue el mismo que en los setenta le tramitó a Matías la ayuda del Fondo de Acción Social, con la que creo que todavía malvive.

Hace muchos años le convencieron para que vendiera cupones, pero Matías, como tantos invidentes que no lo son de nacimiento, siempre se desenvolvió con torpeza y no se hizo a ese oficio por mucho empeño que puso. Su hermana le tuvo en casa toda su vida y le solía acompañar en su paseo diario desde la Calle de los Coches hasta el Alcázar o, cuando hacía bueno, por el Paseo de la Alameda, hasta que él se cansara.

Desde 2005 Matías vive en la residencia de las Hermanitas de los Pobres y cada día se le ve menos. Dicen que cuando está en el salón y sale Franco en la tele, se revuelve todo y farfulla con su voz temblorosa: “Hijo puta, hijo puta, eres un hijo puta”.

(Leer segunda parte)

miércoles, 19 de agosto de 2009

HUEVOS CUADRADOS

En una «parrilla televisiva» pródiga en programas del corazón plagados de locazas y fulanillas de medio pelo, había llegado a pensar que sólo se podría salvar algún programa de cocina hasta que hace unos meses me enganché a El último superviviente, programa de aventuras de TelePRISOE que versa sobre las peripecias de Bear Grylls, un antiguo miembro del SAS Británico -algo así como el equivalente a los zapadores paracaidistas españoles- que tiene en su haber, entre otros, ser el inglés más joven en ascender al Everest.

En Ultimate Survival, título original del programa, Bear Grylls se desplaza a los lugares más extremos del planeta e ilustra cómo se debería enfrentar con estos ambientes límites alguien que no deseara morir. Para ello, llega beber orina o estrujar las heces de un elefante. Existen programas especiales de recapitulación en los que se muestran las cosas repugnantes que este hombre es capaz de ingerir: arañas, serpientes, insectos y gusanos de todo tipo...

El programa, que podría haber servido a Baden Powell como complemento a alguno de sus libros, da mucho juego en las conversaciones de terraza con los amigos, comentando sus últimas asquerosidades -una amiga le llama
«El Comemierdas»-, locuras o la veracidad o no de ciertas situaciones: los mismos miembros del programa reconocen que algunas veces recurren a la simulación o la dramatización, aparte de las polémicas surgidas en foros de Internet.

De todas formas, independientemente de la autenticidad de todas las circunstancias por las que pase, yo disfruto como un niño viendo hasta dónde podría llegar un ser humano por mantenerse vivo y de qué cosas tan simples se puede alimentar la voluntad: Bear -Huevos cuadrados-siempre se santigua antes de saltar del helicóptero y lleva una fotografía plastificada de su familia en sus botas. Además, me alegra saber que entre los furibundos enemigos de este programa se encuentran los besaflores del Proyecto Gran Simio.
Y es que un hombre o una idea también se puede juzgar, aunque sea parcialmente, por la altura de sus aliados y, sobre todo, de sus detractores.



domingo, 16 de agosto de 2009

LA BURUNDANGA

Esta misma semana ha saltado la alarma social tras la detención de dos putas que han usado la burundanga para desvalijar la casa a unos chicos haciéndoles creer que habían ligado.

La burundanga es un narcótico muy fuerte que te deja K.O. Tras la noticia, la Policía Nacional ha manifestado que en los últimos meses se están conociendo muchos casos similares en España y que este tipo de delito se lleva perpetrando desde hace bastantes años en Hispanoamérica.

La putada en cuestión reviste dos modalidades, según sea el delincuente de sexo masculino o femenino.

Cuando es una mujer quien usa la droga, su móvil es invariablemente robar en el apartamento del pardillo de turno. O sea que una maciza engatusa en un bar a un tonto del haba con pinta de tener pasta y cuando el donjuan se la lleva a casa para jugar a los papás y a las mamás, la delincuenta, en un descuido, le echa el beso del sueño en el cubata. Cuando el tipo se despierta le ha desaparecido todo el dinero, el portátil, la tele de plasma y las joyas de su señora (si es casado).

Cuando los delincuentes son tíos, el objetivo es muy diferente como podéis imaginar. Lo que pretenden es violar o abusar sexualmente de la víctima una vez drogada. También en este caso los representantes policiales han explicado el modus operandi para la comisión de este crimen cada día más frecuente, aunque muy poco denunciado por vergüenza o porque las jóvenes que lo sufren no recuerdan nada. Y yo no sé si seré muy corto, o muy machista o lo que sea, pero no comprendo bien el sistema que utilizan estos violadores.

Me explico. Según la poli, los pervertidos en cuestión entran a unas jovencitas en un local de moda. Están un rato con ellas charlando, dándoles bolilla y tirándoles los tejos, para acabar sugiriéndoles tomar “la última copa” en el piso que uno de los colegas tiene en una calle cercana. Las inocentes palomitas suben con ellos a la casa para seguir la juerga y allí los muy sátiros preparan unas bebidas tropicales en la cocina, les echan un chorrito de burundanga y ¡toma!... A las cinco horas las pobres despiertan tiradas en la calle sin recordar ni su nombre o, en algunos casos, en pelotas en la propia cama del "anfitrión", que les insiste en que se lo han pasado bomba de mutuo acuerdo. Vamos, una cabronada, ¿no?

Pues aquí vienen mis inocentes preguntas, porque yo no me cosco de nada. ¿Es realmente necesario drogar a una desconocida que se te sube al pisito a tomar unos cacharros para cepillártela con toda libertad?, ¿tan patosos son estos señores que una vez convencidas las tordas de sentarse con ellos en el sofá cama sin conocerles de nada necesitan la burundanga para arrimar la cebolleta?. ¡Pero qué pringados!. ¿Con qué intención suponen que les acompañan las amiguitas a tomar "la última"?, ¿con la de jugar al cinquillo?.

No sé. O el procedimiento está mal explicado, o falta alguna pieza o es que yo tengo la mirada muy sucia. Me lo expliquen.

jueves, 13 de agosto de 2009

¡SOY UN FRIKI!



Al principio se decía friki para designar a alguien obsesionado con una película o saga de películas, un videojuego, un cómic, un juego de rol o los chats; al adolescente o incluso al cuarentón tan absorbido por estas aficiones que descuidaba aspectos relevantes de la vida, principalmente las relaciones sociales o amistosas, los estudios o hasta el trabajo.

Pero con el tiempo se ha terminado acuñando, para mí que intencionadamente, un concepto de friki muchísimo más amplio, con el que quiere abarcarse a toda persona con alguna peculiaridad o que, por cualquier motivo, se sale de la norma. El problema es que el apelativo es fuertemente peyorativo y que las supuestas rarezas a las que se aplica varían de forma subjetiva según quien lo utilice, por lo que al final se ha convertido en un insulto gratuito dirigido a quien no vive o se relaciona según lo que nosotros consideramos “normal” y, en boca de determinados grupos, en un peligroso instrumento de control social.

Nadie quiere ser friki porque significa ser gilipollas. Y como es friki quien no piensa como “debe”, quien no se comporta según cánones absurdos impuestos muchas veces en nombre de intereses de todo tipo, al final casi todo el mundo termina pasando por el aro en materia ideológica, sentimental, laboral; en tema de gustos, de compras, de costumbres; en cuestiones de amistad, de estudios y de aficiones.

Cierto control social no sólo es saludable y necesario, sino que responde a la naturaleza del hombre, que no es nadie al margen de la sociedad. Sin embargo, cuando ese control roza el gregarismo y el rebañismo, cuando impide a las personas comportarse según su personalidad y escoger el propio camino de su felicidad (dentro de unos límites razonables), se convierte en algo inhumano que debe combatirse. Creo que la utilización del término friki es una de las manifestaciones de este control mal entendido.

Yo no sé si soy friki. Seguro que alguno lo piensa debido a mi afición por El Padrino. Últimamente no hacen más que regalarme (¡sin pedirlo!) objetos relacionados con la saga, como un cuadro con fotogramas de la peli del 72 o una pequeña estatua de Don Corleone que he colocado en la sala de estar. Cuando vienen los amigos a casa me miran como a un frikorro irrecuperable.

También he sido calificado de friki a menudo por mis ideas políticas, simplemente por no ser las habituales y las bien vistas en esta sociedad de dóciles ovejas y de pobrecillos esclavizados por su deseo de quedar bien. Esto ya me parece algo más grave que lo de El Padrino, pues detrás de las bromas y pullas políticas que te hace un colega “correcto” se esconde una prepotencia y un uniformismo que nada tienen que envidiar a los de las Juventudes Hitlerianas.

Aunque lo que más me molesta son las críticas que eventualmente puedo recibir por la forma –supongo que peculiar en algunos puntos- de enfocar mi vida, mis gastos, la amistad, la Religión, el noviazgo (en el pasado) u otros aspectos que pertenecen a la esfera de mi más íntima privacidad y con los que no hago daño a nadie.

Como cualquiera puede apreciar leyendo este blog, soy una persona crítica y a veces incisiva con los demás, pero mi móvil jamás ha sido hacer entrar a nadie por ningún aro y ni siquiera atacar a las personas, sino condenar comportamientos e ideas que considero muy dañinas para el conjunto de la sociedad. Aunque a veces me cachondeo de las horteradas en el vestir y otras tonterías en posts humorísticos, sólo critico en serio y con dureza aquello que me parece muy malo y destructivo, pero no entro en cómo gestiona la gente su vida ni qué opciones escoge para alcanzar la inalcanzable felicidad.

viernes, 7 de agosto de 2009

RELEYENDO "EL PADRINO" (6): SU FIRMA O SUS SESOS

Johny Fontane, rodeado de admiradoras en la boda de Connie Corleone

Tanto en la novela como en la película, el relato que le hace Michael a su novia de cómo su padre ayudó en su carrera al famoso cantante Johny Fontane (en realidad, un trasunto de Frank Siniatra) es el momento en el que se entiende quién es Don Corleone. Hasta entonces sólo se presenta difusamente a los personajes, dejando caer que Vito es poderoso y presta grandes favores a sus amigos. Pero su condición de extorsionador mafioso no se revela hasta este pasaje.

"Cuando Johnny terminó de cantar y se adentró en la casa con Don Corleone, Kay dijo a Michael, mitad en broma, mitad en serio:

—No me digas que una estrella del cine como Johnny Fontane tiene que pedir favores a tu padre.

—Es el ahijado de mi padre. De no ser por él, tal vez no hubiese alcanzado la fama.

Kay Adams empezaba a interesarse.

—Debe de ser una historia apasionante —observó.

Michael hizo un gesto negativo con la cabeza.

—Lo es, sí, pero no puedo contártela.

—Vamos ¿es que no confías en mí? —insistió Kay.

Michael le contó la historia llanamente, sin darle importancia alguna. Se la relató sin adornos y se limitó a explicarle que ocho años atrás su padre había sido un hombre más impetuoso y que, dado que el asunto concernía a su ahijado, el Don lo había considerado un asunto personal.

Michael narró la historia en pocos minutos. Ocho años atrás, Johnny Fontane había conseguido un éxito extraordinario como cantante de una orquesta de baile. Se había convertido en uno de los cantantes más solicitados por las emisoras de radio. Desgraciadamente, el director de la orquesta, un hombre muy conocido en el mundillo artístico, había hecho firmar a Johnny un contrato por cinco años, algo por otra parte bastante corriente. Les Halley, el director, podía prestar a Johnny a otras orquestas, clubes, etc., y él se embolsaba la mayor parte del dinero.

Don Corleone se encargó personalmente de las negociaciones. Ofreció a Les Halley veinte mil dólares para que anulara el contrato que Johnny Fontane tenía con él. Cuando Halley ofreció quedarse sólo el cincuenta por ciento de las ganancias de Johnny, Don Corleone estuvo a punto de echarse a reír y bajó su oferta de veinte mil a diez mil. El director de orquesta, que evidentemente no conocía otro mundo que el de las variedades, confundió completamente el significado de la segunda oferta. No quiso aceptarla.

Al día siguiente, Don Corleone fue a ver de nuevo a Les Halley, esta vez con sus dos mejores amigos: Genco Abbandando, su ´consigliere`, y Luca Brasi. Sin ningún otro testigo, Don Corleone persuadió al director de orquesta de la conveniencia de firmar un documento por el que renunciaba a todos sus derechos en relación con Johnny Fontane, contra pago de un cheque garantizado por valor de diez mil dólares. Don Corleone convenció a Halley poniéndole una pistola en la frente y asegurándole que, al cabo de un minuto justo, en el documento estaría estampada su firma, o bien sus sesos. Les Halley firmó. Don Corleone guardó su pistola y entregó el cheque al director de orquesta.

El resto era historia. Johnny Fontane
se convirtió en el cantante—actor más cotizado del país. Hizo algunas películas musicales, que dieron a ganar verdaderas fortunas a los estudios. Sus discos produjeron millones de dólares"

martes, 4 de agosto de 2009

HUMORISTAS



En principio
el sentido del humor parece algo muy subjetivo porque lo que a unos les lleva a mearse de risa a otros no les hace ni pizca de gracia. Sin embargo, en estos temas también tiene un peso importante el gregarismo, la presión social, o como quiera decirse. O sea que si nos machacan durante mucho tiempo con que algo es muy gracioso o tenemos la impresión de que todo el mundo alrededor se parte de risa con ello, tarde o temprano nos acabará haciendo gracia. Esto pasa mucho con los humoristas.

Yo me lo he pasado muy bien con algunos humoristas televisivos famosos. Cuando era pequeño me reía las muelas con La Trinca. Me parecían unos tíos muy simpáticos, a pesar de ser catalanes, y no me perdía su programa. Tenían unas canciones y unos sketches que me partía, sobre todo unos en los que hacían de hombres prehistóricos que descubrían cosas nuevas (“¡Hemos descubierto la rueda!”) y otros en los que salía un tal Benito, que era gangoso. Lo que pasa es que estuvieron tanto tiempo en la tele que se terminaron quemando, como les pasa a tantos famosos. Además se repetían como la cebolla.

También de aquellas épocas prediluvianas
me acuerdo del desaparecido Eugenio, que me parecía excepcional contando chistes, con su seriedad de palo, su pitillo y su Fanta naranja.

Luego llegó la era de los sobrevalorados Martes y trece. Aunque reconozco que me he descojonado con algunos puntos de este dúo, considero que su éxito está muy basado en el gregarismo humorístico del que hablaba al principio, en la brasa que nos dio TVE no sé cuántas nocheviejas seguidas y poniéndolos hasta en la sopa. ¡Cómo no nos iban a hacer gracia si no sacaban a más humoristas por la tele! Especialmente poco cómico me parece el famoso sketch de la empanadilla.

También me parecían muy divertidos, aunque al final resultaran pesados, los de Cruz y Raya, que son mucho mejores imitadores que Josema y Millán. Este año me lo he pasado muy bien con La hora de José Mota y casi he llorado de risa con El tío la vara.

Y por supuesto no puedo dejar pasar una mención a mi querido Lucas Grijander, del gran Florentino, que probablemente sea de los que más carcajadas me han provocado. Aunque se supone que era una imitación de Chiquito de la Calzada, al que detesto con todas mis fuerzas, no paraba de mondarme con sus frases comparativas. Llegó a decir más de trescientas distintas, entre las que recuerdo algunas con especial cariño: “Eres más inútil que el logopeda de Rambo”, “tienes peor cara que los pollos de Simago”, “pierde más aceite que un Milquinientos subiendo el Puerto Pajares”, “se mueve menos que los ojos de Espinete”, “trabajas menos que el sastre de Tarzán”, “tiene más problemas que una bizca haciendo punto”, “tienes menos detalles que un Seat Panda”, etc.

Pero lo que no llego a entender es cómo
alguien puede llegar a sonreír siquiera con determinados cómicos. De muy triste recuerdo es el patético programa No te rías que es peor, con verdaderos antídotos contra la risa como Pedro Reyes y su “frascazo de mi matrimonio”, Marianico el corto o el tal Barragán, que movían al llanto más que a la risa. Otros ejemplos que para mí representan lo contrario al humor son Faemino y Cansado, El Dúo Sacapuntas (más horteras imposible) y, en el podium del mal gusto y de lo anticómico, los famosísimos Morancos, que son lo peor de lo peor y me dan casi vergüenza ajena. Yo no sé si son un producto artificial televisivo o realmente le resultan simpáticos a alguien. A veces he llegado a creer que hacen un humor exclusivamente dirigido a cierto perfil de español típico al sur de Despeñaperros.

Pero ya digo que en esto del humor, para gustos los colores. Me gustaría que hicierais alguna sugerencia o enlace a vídeos de humoristas que os parezcan divertidos, para amenizar un poco estos calurosos días veraniegos.

sábado, 1 de agosto de 2009

CRACOVIA

Hace unos diez años, un conocido, que estudiaba Medicina y cursó una temporada en Polonia, me describió aquella nación como un país casi tercermundista. Ignoro cómo será el resto de Polonia pero, como deduzco del viaje a Cracovia que he realizado hace una semana, no hay duda de que aquella gente ha logrado progresar muchísimo desde la caída del Comunismo. Sin duda debido a su capacidad de trabajo, perfeccionismo e inteligencia. ¡¡¡Hasta los camareros del McPerro (perdón, quería decir McDonald's) hablan un inglés propio de Oxford!!!


La sopresa que esta ciudad me ha deparado ha sido mayúscula. Es una urbe tranquila a pesar de sus casi 750.000 habitantes. Poco masificada por los turistas que, mayoritariamente, son alemanes e ingleses por lo que casi nadie habla español. Cuidada y bien comunicada, es esencial no perderse el centro de la villa, donde destaca la encantandora plaza, su mercado de origen medieval donde adquirir joyas de ámbar a buen precio, o la Basílica de Santa María, impresionante templo gótico que ofrece la posibilidad de ascender a la torre más alta para contemplar la ciudad o conocer al trompetista que anuncia las horas. También merece la pena visitar la Universidad Jagellónica donde estudiaron Copérnico y Juan Pablo II, tremendamente venerado en la región; el Castillo Wawell y sus exposiciones de armas; la Catedral; la Ópera (copia de la de París aunque a menor escala) o la cueva donde la leyenda dice que vivía un dragón que se alimentaba de vírgenes. En España habría muerto de hambre.


En las cercanías es imprescindible descender a las minas de sal que, con ochocientos años de antigüedad, tienen nueve niveles con más de trescientos kilómetros de galerías, lagos, capillas e incluso grandes salones para eventos y una soberbia iglesia excavada en la sal y decorada con lámparas y esculturas también de este compuesto. Tanto las minas como el centro de Cracovia son Patrimonio de la Humanidad.

Y a menos de cien kilómetros se puede conocer el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau y las espantosas situaciones que se vivieron allí o que, al menos, nos dicen, ocurrieron, pues, tras la salida, cualquiera medianamente avispado podría plantearse ciertos interrogantes que, si bien no desmontan la versión oficial, sí podrían interponer diversas objeciones a la misma. Al igual que sucede si se visita el barrio judío de la ciudad, el ghetto o la fábrica de Óscar Schindler. Por cierto, si se desea visitar un cementerio judío o una sinagoga es imprescindible que los varones lleven cubierta la cabeza (ignoro si valdría también un sombrero tejano); de lo contrario, te obligan a ponerte una, literalmente, mugrienta kippa. Pero en fin, quien exige respeto a las creencias religiosas propias también debe mostrarlo hacia las demás por muy perversas y destructivas que hayan demostrado ser a lo largo de los siglos.

Aún así, recomendaría este viaje a todo el mundo. Merece la pena conocer la ciudad, a bordo de una magnífica calesa, por ejemplo; sus costumbres y folclore; su cerveza (no así su repugnante queso ahumado); escuchar a Bach o a Pachebel en sus encantadoras calles; sus terrazas cuidadas al detalle y económicas y, sobre todo, las impresionantes mujeres polacas: altísimas, guapísimas, rubísimas y elegantísimas y tremendamente femeninas las veinticuatro horas del día (hasta con mochila llevan tacones y vestidos).


Menuda decepción llegar a España, comenzando por las ocho horas de retraso del vuelo de Iberia y la pésima profesionalidad de esta compañía (hemos reclamado ante Aviación Civil). Al final, todo funciona mejor que España... Tarde o temprano me exilio.