martes, 29 de diciembre de 2009

AVATAR: OTRA CHARLETA ANTICOLONIZACIÓN

El cine de animación por ordenador no es ni mucho menos mi género favorito y en ocasiones he criticado que en una película normal se abuse de la informática para suplir el ingenio o cuando no viene a cuento. Sin embargo no tengo ningún problema en reconocer los méritos de un film de simulación cuando su objetivo es precisamente mostrarnos las maravillas que pueden plasmarse en la gran pantalla gracias a las nuevas tecnologías. Este es el caso de la última obra de James Cameron, Avatar, que vi la semana pasada y me pareció un artificio maravilloso, un derroche de técnica y de imaginación que no puedo dejar de recomendar. No creo que nadie quede indiferente al contemplar los bellísimos paisajes extraterrestres, los sorprendentes artilugios futuristas y las vertiginosas batallas que aparecen en esta peli tan destacable. Me parecería incluso un crimen esperar para verla en las económicas Salas Emule, pues el tamaño de la pantalla (no sé si la versión en 3D merece la pena) es lo que le da la gracia al gran espectáculo que es Avatar.

No voy a enrollarme con el argumento. Un destacamento militar de terrícolas está colonizando un planeta de nombre Pandora, en el que habitan unos nativos humanoides altos y larguiruchos, más ágiles que monos y más feos que pegarle a un padre. Una de las estrategias de los invasores es el diseño de los llamados avatares, que son, por así decirlo, cuerpos de estos indígenas "teledirigidos" por la mente de terrícolas. Con ellos se pretende la infiltración en su cultura a fin de convencerlos de que abandonen sus territorios de origen (muy ricos en recursos naturales codiciados por la Tierra) y estos puedan ser ocupados. Los larguiruchos no están por la labor y arman gresca, porque en sus montañas está el súper-mega-árbol sagrado, que es el eje de sus creencias y de su vida.

La película busca un paralelismo descarado (mal disfrazado de metáfora) con la conquista del Oeste por los Estados Unidos, durante la que se desplazó o exterminó a numerosas tribus indias a cambio de tierras cultivables y espacio vital. Con carácter más general, la historia pretende lanzar una moraleja fuertemente ecologista y anticolonización, algo que no es nada nuevo en los sectores de la izquierda hollywoodiense.

Para mí la poca habilidad para manejar este mensaje es lo peor de la película, aunque sinceramente creo que la mayoría de los que vamos a ver este tipo de cine lo hacemos por razones estéticas o tecnológicas, por lo que las charletas políticas de turno nos suelen entrar por un oído y salir por el otro, y más aún cuando se trata de discursos tan generalizadores y simplificados como en este caso.

La colonización es un fenómeno histórico complejo, no apto para desarrollarse en una cinta de este estilo. Vendernos la invasión de un territorio ajeno o la “imposición” de una cultura como algo necesariamente demoníaco no puede menos que hacerme sonreír.

Si bien es cierto que la experiencia yanqui con los nativos americanos deja muchísimo que desear (aunque por motivos distintos a los insinuados en Avatar), la actividad colonizadora de las potencias europeas en diferentes partes del mundo subdesarrollado no merece desde luego un balance homogéneo ni carente de matices.

Aunque los abusos han estado presentes en buena parte de estas experiencias y como consecuencia de algunas de ellas ha desaparecido un valioso patrimonio cultural y humano, no podemos olvidar que la expansión de Occidente hacia otros territorios ha ido otras muchas veces de la mano de una mejora de la dignidad humana y de la calidad de vida de los pueblos colonizados, que no en pocas ocasiones practicaban costumbres no muy diferentes a las de los animales, si no peores.

La colonización ha sido la base de la expansión del cristianismo, de la cultura de la vida y la salud, de la paz, de la mejora en las relaciones humanas y en algunos casos (como en el español) de un mestizaje biológico y cultural que ha resaltado lo mejor de cada pueblo y consolidado una hermandad indisoluble.

Todo esto muchas veces ha tenido un precio alto, tanto para los colonizadores como para los colonizados, pero más elevado y cruel ha sido el precio que hemos tenido que pagar todos, pero principalmente los habitantes de las áreas más débiles del planeta, tras la descolonización de mediados del pasado siglo. El abandono repentino de las zonas ocupadas por las metrópolis europeas ha sido la única causa de la aparición del Tercer Mundo y del brutal dominio económico que ejercen hoy sobre los más pobres las naciones que más impulsaron la chapuza descolonizadora.

Así que cuando veamos Avatar, quedémonos con los paisajitos y las naves espaciales, que son muy chulis, pero dejemos claro a Cameron y a su cuadrilla de rojos que para pensar ya estamos nosotros.

sábado, 26 de diciembre de 2009

RELEYENDO "EL PADRINO" (10): APRENDE A COMPORTARTE

Connie Corleone discute con su marido Carlo Rizzi: Una bronquilla típica en cualquier matrimonio.


¿Qué dirían tantos periodistas sensacionalistas, feministas militantes, legisladores de moda, jesuses neiras y mujeres aporreadas al oír las rotundas palabras de Don Corleone cuando su querida hija Connie le contó que su marido le daba estera?



"La primera vez que la había abofeteado se sintió un poco preocupado. Ella se había dirigido de inmediato a Long Beach, a quejarse a sus padres y mostrarles su ojo amoratado. Pero, sorprendentemente, a su regreso Carlo se encontró con la clásica esposa italiana, sumisa y obediente. Entonces se propuso ser un marido perfecto.

Durante varias semanas la trató con deferencia, siempre amable y cariñoso, y todos los días, por la mañana y por la noche, le hacía el amor. Finalmente, Connie, que pensaba que su marido no volvería a golpearla, le contó lo que había ocurrido.

Connie había recibido la desagradable sorpresa de que sus padres no parecían dar importancia alguna a la conducta de Carlo. A lo máximo que llegó su madre fue a decirle al Don que hablara con Carlo Rizzi. Pero él se había negado, arguyendo:

—Es mi hija, pero ahora pertenece a su marido. Él sabe cuál es su deber. Ni siquiera el rey de Italia se atrevería a mezclarse en las relaciones entre marido y mujer. Vete a tu casa, Connie, y aprende a comportarte de forma que tu marido no tenga que pegarte.

Connie, airada, había replicado:

—¿Has pegado tú alguna vez a tu esposa?

Era la favorita de su padre, por lo que podía permitirse el lujo de hablarle así.

—Tu madre nunca me ha dado motivos para hacerlo —había respondido Don Corleone, provocando con ello una complacida sonrisa por parte de su esposa.

Les explicó que su marido le había quitado la bolsa con el dinero que les habían regalado el día de su boda y nunca había querido explicarle qué había hecho con el dinero.

—Yo habría hecho lo mismo que él —dijo Don Corleone—, si mi esposa hubiese sido tan presuntuosa como tú.

No le quedó otro remedio que volver a casa, desilusionada y un poco asustada. Siempre había sido la favorita de su padre, y no atinaba a comprender la frialdad de éste".

jueves, 24 de diciembre de 2009

FELICES Y AUSTERAS NAVIDADES



Quiero felicitar las Navidades a todos los amigos y visitantes de La pluma viperina con una canción clásica que, aunque no forma parte de la BSO de El Padrino, sí se escucha en la película (emitida por la radio) durante la secuencia en la que Luca Brasi se viste para la entrevista con Sollozzo y Tom Hagen es secuestrado por este. No he podido encontrar, ni en Goear, ni en Emule ni en YouTube la versión de Bing Crosby, pero Frank Sinatra nos sirve.

Espero de todo corazón que disfrutéis esta Noche con vuestra familia y seres queridos y que paséis unas Fiestas entrañables, sin olvidar en ningún momento lo que de verdad celebramos. Hago un pequeño llamamiento a todos (a mí también) para que nos esforcemos en que estas Navidades sean más austeras y sencillas de lo que normalmente estamos acostumbrados; para que no nos dejemos llevar por la corriente de los gastos innecesarios; para que el cariño y el reencuentro predominen en todo momento sobre lo material; para que rescatemos la esencia de estos días del torbellino de regalos, comida y luces de neón.
Si Jesús nació pobre, ¿qué celebramos nosotros derrochando?
Un abrazo a todos y feliz Navidad.

lunes, 21 de diciembre de 2009

NO ME GUSTA LA NAVIDAD

Quizás sea demasiado soso. O demasiado introvertido. O me deje dominar por la inercia que me insta a mantener mi estado de repos o cuando estoy parado, o de movimiento recitilíneo cuando ya he arrancado. Incluso puede que sea mi carácter, muchas veces melancólico; o desconfiado; o poco expresivo... Pero no me gusta nada la Navidad.

Quizás se deba a motivos que algún pelamanillas psicolojeta atribuyera a traumas infantiles o vaya usted a saber qué. Quizás la culpa la tenga sólo mi descreimiento o mi fe descafeinada, desnatada y sin azúcar ni sal. O puede que conozca demasiado bien la naturaleza humana o, a lo mejor, demasiado mal. También puede ser que sólo vea superficialidad en la mayoría de las cosas; aunque pudiera ser que, acostumbrado al microscopio, necesitara gafas o incluso prismáticos... Pero no me gusta nada la Navidad.

Quizás hace ya mucho tiempo que murió el niño que espontáneamente cantaba villancicos o disfrutaba comprando figuritas para el Belén; y se despertaba de madrugada el día de Reyes y se sorprendía y saltaba de alegría. Y que acudía a la misa del gallo. Quizás hace mucho tiempo que ese niño murió; o lo mataron; o lo maté; o, al menos eso espero, sólo lo desterré... Pero no me gusta nada la Navidad.

Quizás piense demasiado las cosas y juzgue que todos los días del año son iguales. Que no se convierten en especiales porque digamos que es tal o cual celebración. Puede ser que no me guste divertirme -y mucho menos estar feliz- por decreto; ni felicitar nada que le pasa a todo el mundo. Ni ser bueno o malo según ordenen las manecillas del reloj o El Corte Inglés. Quizás piense que la alegría y la celebración deben surgir imprevisible y naturalmente sin seguir un planning ni unos tiempos preestablecidos y meditados. Y eso que, probablemente, ciertas vivencias sólo puedan nacer de la voluntad o, lo que muchas veces es lo mismo, de la fe... Pero no me gusta nada la Navidad.

Aún así. A pesar de todo, y a pesar de mí. Feliz Navidad.

domingo, 20 de diciembre de 2009

EL COMENTARIO DE LA SEMANA (44): BORRAR AL DIOS QUE ESTÁ EN TODAS PARTES

El mejor comentario de la semana ha sido:

Zapatero, presidente,
de entre las miles de cosas
de tu sapiencia demente
(ya nos abriste las fosas
de aquella guerra perdida
por el abuelo masónico),
esto de la cruz caída
me parece lo más cómico.
¿O es que piensas, mamonazo,
que puedes con malas artes
borrar de golpe y porrazo
al Dios que está en todas partes?

Autor: j.m.
Entrada: Poema del crucifijo

jueves, 17 de diciembre de 2009

POEMA DEL CRUCIFIJO

Rojos, viles ateos, progres pijos,
demócratas de pega y liberales
pretenden desterrar los crucifijos
de colegios y centros oficiales.

Pueden agradecer que esté vigente
su Constitución vana y majadera,
pues para mí lo justo y lo prudente
sería calcinarlos en la hoguera.

Nada de derechillos enlatados,
a la mierda el precepto veintisiete
que tanto invocan todos estos listos.

¡Adiós Congreso de los Diputados!,
¡fuera politicastros alcahuetes!
¡Vuelva la Inquisición!, ¡nada sin Cristo!



Al Neri
17-12-2009

lunes, 14 de diciembre de 2009

HISTORIAS DE ESPAÑA VIEJA (IV): SAGUNTO. SEGUNDA PARTE.

«Roma, pueblo grande y de fina intuición política, conoce con adelanto de siglos lo que algunos han creído inventar en nuestros tiempos: la información secreta, la infiltración, la siembra del derrotismo, la agitación de las masas. Agentes de Roma han pactado sigilosamente con Sagunto constituyendo una verdadera quinta columna romana en la zona de influencia cartaginesa, susceptible en un momento dado de convertirse en cabeza de puente para la invasión de las Legiones. En Sagunto se refugian informadores y espías que traen y llevan datos de los preparativos y proyectos de la flota y el ejército de Cartago. Roma aconseja a los saguntinos la resistencia al invasor cartaginés y fomenta en sus espíritus altaneros el sentido de la independencia. Sentido que -extendiéndose después de la Segunda Guerra Púnica por toda la piel de toro- costaría doscientos años a la República del Líctor para dominar a Iberia. Porque después de la caída de Sagunto, Roma -sin careta- descubre su juego imperial en el que la guerra y la destrucción de Cartago no era más que una de tantas buenas bazas.

Sagunto, como casi todas las ciudades de Iberia, era una ciudad abierta. No estaba guardada por murallas ciclópeas ni existían en ella un material de guerra bastante para su defensa. Pero si la piedra, el hierro y el fuego necesario para combatir al enemigo escasean en el poblado edetano, hay un elemento nuevo en la Historia que inmortaliza a la ciudad e inicia una manera inédita en el arte de guerrear: el coraje y la desesperación ibéricas, destructores de científicas estrategias y matemáticas tácticas. Manera que se repetirá en la historia militar española en varios capítulos llamados Numancia o Gerona, Zaragoza o Baler, Alcázar de Toledo o Santuario de Santa María de la Cabeza. El coraje y la desesperación que no son ni castrenses ni civiles, ni varoniles ni femeninos, ni juveniles ni seniles. El corazón ibérico no tiene sexo, edad ni condición. Cuando suena el rebato de la patria en peligro, el fraccionamiento de las tribus, la división de las ideas y los prejuicios de las castas se borran como por arte de encatamiento. Surge el caudillo y surge el sentimiento nacional colectivo y, sin necesidad de formularlo, algo como un juramento sagrado sobre la vida y la muerte da impulso a los corazones. Así pasó en Sagunto. Hombres, mujeres, niños, ancianos, se apresuraron a defender la ciudad con un valor increíble. Con una más increíble abnegación, los saguntinos se obstinan en la defensa después de la dureza violentísima del primer ataque. Se atrincheran tras sus muertos y convierten en flechas envenenadas todas las herramientas agrícolas o industriales. Sagunto vive la primera guerra total de la Historia. El mando cartaginés contempla asombrado aquella resistencia suicida ante la que fracasan las máquinas de guerra tenidas por segurísimas. El fuego mismo no abre brecha en Sagunto. Como las mejores tropas de Cartago al mando de Aníbal han franqueado los Pirineos y van hacia los Alpes rumbo a Italia, se decide no atacar Sagunto para ahorra vidas que podrán ser necesarias en la fase final de la batalla de Roma y se opta por apretar tenazmente el cerco. Allá, en lo alto de la montaña, los saguntinos tendrán que rendirse al hambre y la sed. Ni un grano ni una gota pueden entrar en el recinto sitiado, donde el racionamiento llega a límites increíbles. El hambre grita desgarradora en las gargantas de los niños que mueren con las manitas crispadas clavadas en los secos y fláccidos senos de las madres. Por mitigar su hambre y su sed, los hombres muerden sus brazos y chupan su propia sangre. Al cabo de meses, Sagunto es una población de espectros que no se rinden. Dentro de ella no ha quedado un animal ni un niño ni un pozo con agua. Se han hecho los más arriesgados intentos de salida y se ha lapidado a todo aquel que, en un delirio de la fiebre o de la sed, ha murmurado la palabra rendición. Desde la altura se insulta y se provoca a los cartagineses que , impasibles, juegan juegos de azar en sus campamentos, sin lanzar una flecha. Sagunto se entregará.


Pero Sagunto no se entrega. Cuando ya no queda un grano ni una raíz alimenticia, el pueblo entero -espantósamente enflaquecido, sin sangre ni nervios ya- decide suicidarse. Hombres, mujeres, niños, ancianos y adolescentes beben la cicuta y se clavan sus dagas y sus lanzas después de incendiar sus enseres, fundir sus alhajas, desgarrar sus ropas, quebrar sus cerámicas. Los romanos no han llegado a salvarlos, pero Sagunto ha cumplido su palabra. Cuando las tropas de Cartago, asombradas por el largo silencio de cementerio de la ciudad sitiada y por el hedor a carroña que baja mezclado con el humo, se aventuran a acercarse a la plaza sitiada, contemplan por primera vez el trágico espectáculo de un suicidio colectivo y comprenden que para la Historia ha nacido un pueblo de héroes sin esperanza, para el que la independencia y la palabra de honor valen más que la vida. Muchos siglos atrás, Esparta había pasado de la vida a la Historia como ejemplo de heroísmo y dureza. ¿Pasaría lo mismo con Iberia?... Los siglos venideros darían la respuesta.»

domingo, 13 de diciembre de 2009

EL COMENTARIO DE LA SEMANA (43): AMOR PREMEDITADO

El mejor comentario de las últimas semanas ha sido:

" (...) me parece amoral la búsqueda premeditada y alevosa de alguien que tenga mi misma cultura, mi mismo nivel económico, mi misma ética sexual,mi mismo palamarés amatorio. Me parece amoral y cobarde. Muestra de una inseguridad incontrolable.

Evidentemente en una relación ha
de haber empatías culturales, intereses comunes y principios morales innegociables desde el principio. No se puede ser tan ingenuo de creer lo contrario, pero cuando entra la premeditación a la hora de buscar un modelo determinado estamos matando lo más importante de la pareja. (...)"

Autor: Aprendiz de brujo
Entrada: Las claves de la atracción

viernes, 11 de diciembre de 2009

HISTORIAS DE ESPAÑA VIEJA (III): SAGUNTO. PRIMERA PARTE.

Para este capítulo en dos partes, seguiré el libro de Felipe Ximénez de Sandoval, La piel de Toro. Cumbres y simas de la Historia de España, publicado en 1.944 por la editorial Juventud.

«El cordero que el año 219 antes de Jesucristo despertó el apetito de la loba romana y el león cartagines, fue un poblado alafarero de la piel de toro que se llamaba -y se llama, porque el heroísmo colectivo perpetúa su nombre- Sagunto.

Sagunto era un ciudad edetana del Mediterráneo, que giraba económicamente en la órbita de la colonización cartaginesa; sin aceptarla de una manera total ni mucho menos. Los edetanos, como el resto de las tribus de Iberia, no habían cuajado su personalidad racial en un pueblo propiamente dicho. Como los demás grupos autotóctonos, -cántabros, astures, galaicos, vascones, indigetes, contestanos, túrdulos, tartesios, lusitantos, etc.-, carecían de sentido nacional, de aspiración colectiva y de disciplina civil y militar. Incapaces de ser Nación o Estado, ni siquiera llegaba a constituir la entidad política llamada ciudad para la que es indispensable la refinada sensibilidad que suponen la jerarquía, el mando y la obediencia. Dentro de un mismo recinto urbano, las tribus y las castas eran independientes y no reconocían un jefe superior a sus jefecillos de clan. Las más feroces rencillas aislaban a unas tribus de otras. Ni siquiera cabía la unión por el lado religioso, pues cada tribu tenía sus dioses propios y exclusivos. Por ello, se aceptaban sin lucha las sucesivas invasiones. Los indígenas, inermes, por su falta de cohesión, se sometían a uno y otro pueblo, sobre todo cuando la colonización era sin ruido de armas. Los fenicios y los griegos no tuvieron que pelear. El comercio era su medio de penetración pacífica. Los cartagineses gustaron menos a nuestros compatriotas. ¡Como desembarcaron formados y armados y en sus bagajes había muchas más lanzas, espadas, flechas y arcos que lienzos y joyas para cambiar por productos de la piel de toro! Rudos soldados, los hombres de Cartago no eran zalameros como los fenicios ni corteses como los helenos y usaban más de la brusquedad de la requisa que de la negociación de la permuta. Sus dioses eran sanguinarios y su idioma lleno de violencia.


Los saguntinos se veían perdidos con vecinos tan ásperos y ansiosos. Hasta los alfares de los ceramistas edetanos llegaba la inquietud prebélica de la Nueva Cartago, dedicada al acaparamiento de las materias primas y a la captación de los mozos para sus falanges de combate. Gobernadores y capitanes imponían altas contribuciones, saqueaban las huertas y los talleres y amedrentaban a las madres con la amenaza de enrolar a sus hijos en las filas de los mercenarios de Numidia.»

Continuará...

miércoles, 9 de diciembre de 2009

LA REALIDAD DE LOS PIJOS


Dejémonos de eufemismos y de disimulos. Ser pijo no significa tener un determinado estilo de ropa o de ocio, ni una manera concreta de hablar. No supone tener unos gustos especiales, ni ser más finolis, ni más tonto, ni más superficial. Los pijos no son –como se ha pretendido- una suerte de tribu urbana que se mueve por determinadas zonas de copas, o que va a esquiar o juega al golf. Ser pijo es ni más ni menos sinónimo de ser rico. Y punto.

El problema de este país es que no hay muchos ricos, pero sí miles y miles de gilipollas que pretenden parecerlo a base de ser, vivir, vestir o hablar como ellos suponen que hacen los ricos. El que va de pijo por la vida o se viste como un pijo casi nunca lo hace por casualidad, porque le encante la ropa de tal marca o tenga unas determinadas aficiones de siempre, sino porque quiere que los demás se crean que es rico.

Y eso es lo triste del fenómeno de la pijería: hay muchísima peña que diríamos que es pija por su apariencia y costumbres, pero muy pocos lo son de verdad, hay muy pocos ricos genuinos. El pijo por lo general es un tipo que quiere tener pinta de forrado, pero luego la realidad… a saber.

Tengo un amiguete que va siempre en plan Armani, hecho un figurín, con su ropa súper cara e infinidad de zapatos y complementos a la última. Va siempre maqueado y es imposible sacarle de los bares más chupis de la ciudad. En cuanto alguien propone tomarse algo en una cervecería de La Antigua, ya está diciendo que esos sitios no le molan porque tienen poco nivel. Y no se refiere a las tías precisamente. Lo que le gusta es ver muchos “pijos” como él en la barra. Pero luego resulta que el tío gana poco más del sueldo mínimo y vive con sus padres. No ahorra ni una chapa y, por supuesto, no podría ni comprarse un coche. Pero claro, gastando 800 euros en ropita para uno solo todos los meses, parece pijo cualquiera.

Por el contrario, hay gente que está forrada hasta las orejas y nadie les llamaría pijos, porque tienen claro que el dinero sirve para disfrutarlo o mejorar su calidad de vida, pero no para demostrar nada a los demás. En chulear con el vecino se va mucha pasta y los listos lo saben bien, así que invierten en ellos y no en el que dirán.

El dinero que cada uno destina a su ropa o a sus vacaciones, a su coche o a salir de marcha, debería guardar una proporción razonable con el volumen de su sueldo y con sus obligaciones a medio o largo plazo, para evitar que nadie se ría en su cara. Porque conozco a más de uno y a más de dos que tras años viviendo a lo grande, viajando a lo grande y conduciendo a lo más grande, van y te lloriquean que no pueden casarse o comprarse piso porque “está todo fatal” (que lo está, por otra parte, pero que lo digan ellos…)

Me parece poco elegante y menos caritativo intentar demostrar a la gente de tu entono un alto nivel de ingresos a través de tu aspecto externo o de ciertos comportamientos forzados. Si encima no eres rico, hacerlo es propio de almas mezquinas y de acomplejados.

Siempre me ha desagradado la gente pija, tanto la auténtica, por prepotente, como la de pega, por poco honrada y por parecerme digna de lástima. Creo que la austeridad es un valor muy en crisis que deberíamos rescatar para sentirnos más personas, más humildes y más cercanos a los demás, en vez de vivir atados a la estúpida carrera del “y yo más” que encima solo
beneficia a los de siempre, a nuestros amigos de la banca, a las constructoras y demás ricos de verdad.

lunes, 7 de diciembre de 2009

CALVOS


Una de las grandes desgracias que puede sucederle a un hombre (y de hecho le sucede a menudo) es quedarse calvo. Si la calvicie es prematura, es decir si tienes muchas entradas o te quedas mondo lirondo antes de los 35, la putada en cuestión adquiere tintes de tragedia.

Para mí no hay nada más antiestético ni que envejezca más a un varón que una vergonzante calvorota. De hecho no puedo comprender cómo hay mujeres que insisten en considerar sexys a los “bolas de billar”. Bueno, también las hay que aseguran sentir atracción por las barriguitas, pero en fin, si son tontas, qué le vamos a hacer. Mejor para nosotros. No me acercaba yo a una calva de treinta años ni a diez metros.

Mi abuelo era completamente calvo y a mi padre le quedan cuatro pelos mal puestos. A mi edad ambos tenían más entradas que el Bernabéu, pero yo milagrosamente todavía conservo una nutrida cabellera que rezo cada día por no perder ni menguar, ya que dejar la bombilla al descubierto me supondría un gran motivo de disgusto. Dicen los estudiosos que la alopecia se hereda en un 70% por vía materna, así que puedo estar de suerte porque en la familia de mi madre no hay pelones.

Pero tengo muy claro que si me quedara parcialmente calvo, preferiría raparme al uno las islas de pelo que conservara, en vez de dejarlas crecer, porque no hay cosa más deshonrosa que mantener la coronilla o mechones en los laterales. Hace mucho más viejo que pelarse entero con diferencia.

También es muy probable que empezara a usar sobrero o, casi mejor, boina castellana, para ocultar mis vergüenzas.

Algo que me llama mucho la atención de los calvos jóvenes son sus esfuerzos patéticos por tomarse el tema con humor, cuando todo el mundo sabe que semejante desgracia no se presta nada a chirigotas. Hay que ser un poco más honrados. Si estás muy fastidiado por tu alopecia juvenil (que es lo suyo), mejor déjate de chistes, porque como alguien te siga la broma te puedes terminar cagando en sus muertos.

- Ya se me empieza a ver el cartón, jojojo – te suelta el clásico cretino jugando a hombre sin complejos.

Aquí lo que procede es soltar una buena andanada, también en “plan de coña”. Siempre les cambia la cara, oye.

- ¡Se te ve la caja entera, campeón!, jejeje...

En fin, que son reveses que hay que sufrir en silencio, como las hemorroides, asumiendo que la calvicie da al traste con cualquier asomo de aspecto juvenil.

domingo, 6 de diciembre de 2009

ENCUESTA DE MEDIDAS SOBRE ZP

Pregunta: ¿Qué crees que debería hacerse con ZP?
Nº de votos: 92
Duración de la encuesta: 50 días

Respuestas:

a) Darle un apoyo incondicional. 29 votos (31%)

b) Sustituirlo por otro líder del PSOE. 0 votos (0%)

c) Derrotarlo mediante una moción de censura del PP. 0 votos (0%)

d) Hacerle dimitir. 5 votos (5%)

e) Derrotarlo en las urnas con el Partido Popular. 2 votos (2%)

f) Derrotarlo en las urnas con otro partido que no sea el PP. 8 votos (8%)

g) Un golpe de estado. 6 votos (6%)

h) Que sufra en sus carnes la violencia de ETA con la que tanto dialoga. 1 voto (1%)

i) Fusilarlo contra la tapia de un cementerio. 31 votos (33%)

j) Encarcelarlo. 7 votos (7%)

k) Otras soluciones diferentes. 3 votos (3%)

viernes, 4 de diciembre de 2009

TENER DESPACHO


En mi vida profesional siempre he tenido despacho propio. Siempre he trabajado en medianas o grandes oficinas, donde la gente está repartida en salas amplias para seis u ocho, en despachos de dos o tres y en despachos individuales, como el mío.

Los criterios para asignar despachito o despachazo a un trabajador de mi oficina son de lo más variopintos. Hay razones prácticas (puestos en que se usa mucho el teléfono -para no molestar a los demás- , se tratan temas sensibles o se necesita concentración), razones jerárquicas (los jefes suelen tenerlo y los superjefes, siempre) y también mucho snobismo o gilipollez (trabajadores de determinadas categorías o titulaciones lo pueden tener sin que se den los requisitos anteriores).

Tener despacho individual se suele percibir como una ventaja, al menos en mi entorno laboral. Sin embargo, yo no estoy muy de acuerdo con que esto siempre sea así. Trabajar solo en un recinto tiene cosas buenas y cosas malas que intento resumir:

VENTAJAS

- Te puedes centrar mucho mejor en tu tarea cuando hay prisa por hacer algo o necesitas reflexionar.

- Tienes más intimidad si alguna vez necesitas tener una conversación o hacer una gestión o llamada delicada o particular, o comer algo.

- No tienes que ponerte de acuerdo con los compañeros para abrir o cerrar ventanas, o poner o quitar calefacciones o aires acondicionados (motivo de grandes broncas)

- Si has salido el jueves hasta las tantas, el viernes puedes encerrarte y decir que no te pasen llamadas.

- Hay gente, sobre todo de fuera del trabajo, que te trata mucho mejor porque se piensa que está ante un pez gordo.

- Si te gusta una compañera puedes decirle que pase a tu despacho con cualquier excusa banal y hacerle la pelota a cuento de “lo bien que trabaja”. (Este truco me lo ha contado un amigo)

-Tus pedos pasan mucho más desapercibidos.


INCONVENIENTES

- Puede favorecer el aislamiento, pues para relacionarte con los demás compañeros estás obligado a “salir de visita”. En mi caso ha sido un elemento hasta perjudicial porque de por sí soy poco sociable y tener despacho lo ha acentuado.

- No puedes divertirte charlando con los compañeros de al lado o de enfrente, ni hacer coñas, ni meterte con el jefe cuando se va a su despacho tras darte la murga.

-Un escritorio entre dos personas puede ser una barrera a la comunicación.

- Es pesadísimo estar pendiente del “protocolo de despacho” (“adelante por favor”, “siéntate”, “disculpa, que tengo una llamada”, “déjame eso ahí”, “pasa a mi despacho, por favor”)

- Siempre acaba habiendo algún plasta (particularmente tías) que se encierran contigo y te cuchichean su vida en verso, cuando a mí la vida de mis compañeros me la trae al pairo, y encima hay que poner cara de interés.

-Tienes que aguantar comportamientos irritantes como que llamen a tu puerta cuando está abierta; pregunten “puedo pasar” o “puedo sentarme” cuando ya han entrado o se han sentado, o repitan continuamente la estúpida frase “perdona que te moleste”. Si sabes que me molestas, lárgate.

- Como tienes intimidad, siempre te plantean celebrar muchas reuniones en tu despacho en vez de hacerlo en otras dependencias de "la casa".

miércoles, 2 de diciembre de 2009

BIBIANA ES ESPAÑA

Bibiana, visto que prefieres el tuteo, así lo haré. Bibiana, más que señora, ministra o incluso reina, encarnación de los más destacados vicios y defectos de España. Bibiana I, tú eres España.

Tú eres la España del compadreo y de la informalidad. Del coleguismo con los dignatarios que, olvidando la dignidad de su cargo de primus inter pares, renuncian a los renombres y a los excelentísimos, confundiendo su indignidad y su mediocre bajeza con la de su propio cargo en un tiempo en el que cualquiera puede ser, incluso, presidente del gobierno.

Bibiana, eres la España de opinión infantiloide lanzada al aire en la barra del bar. La España simple y simplona de intelectuales de peluquería y cola del pan. O de programas del corazón sin corazón.

Tú eres la España de la discriminación positiva. La España de mujeres excelentes que ven como las vulgares e inútiles les igualan o superan.

Eres, Bibiana, la España vacua y decadente de vida almodovariana: viciosa, aburrida, hedonista, ignorante...
La España de ponerse tetas a los dieciséis años.

Tú eres la España del mínimo esfuerzo. De la forma informe y sin fondo. La España que dedica más sudor a combinar la falda con los tacones que a preparar un discurso o una ley.

Bibiana, eres la España del buenismo sin bondad. De la caridad en las apariencias y de la solidaridad por consignas y sin convencimiento.


Tú eres, Bibiana, la España vil, cobarde y oscura que justifica la barbarie y el asesinato masivo con estúpidos e hipócritas argumentos entre sonrisas, abrazos y aplausos. Como siempre han muerto la Libertad y la Justicia.

Bibiana, eres la España de los vagos y arribistas. De los vividores que venderían a su madre por un coche más grande o un bolso nuevo cada d
ía. De los dispuestos a tragarse cualquier cosa, sonriendo. Y entiéndase esto, efectivamente, en el peor de los sentidos.

Bibiana, tú eres la España de la revancha, de las victorias con trampas y mentiras. La España odiosa nacida del odio. La España repugnante y podrida, sin conciencia de una Historia que desconoce y que, algún día, pondrá todo en su
correspondiente sitio.